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Nocturnidad y Alevosía

Dobles parejas y un comodín

Tengo una amiga indecisa. Pobrecita. Llamémosla G, por preservar su intimidad. Tiene a dos al retortero y no sabe muy bien qué hacer, M y B. Su muymejoramiga, llamémosla K, también tiene a un par al retortero, R y D. A G quien le gusta de verdad es B, aunque se enrolla con M. Algo parecido le pasa a K con R y D, respectivamente. Lo que les ocurre a M y D, en opinión de G y K, es que buscan una pareja porque tiene ya una edad y hace relativamente poco que dejaron a las anteriores. G y K tienen esa edad y también hace poco que ingresaron en la soltería, pero no sienten esa presión. De hecho están muy bien como están, últimamente se divierten mucho. La situación de tener una agenda tan revuelta les hace gracia, aunque también les genera un poco de estrés, pero poco. Tampoco les importaría cambiar de estatus, pero no a cualquier precio, no andan buscándolo. O sí y engañan a todos, incluso a sus propias personas. Una amiga de K, V, opina que K y G no tienen remedio, que lo que les gusta es eso y que nunca encontrarán a nadie que les retire. Pero no hablaremos de V, que bastante tiene con aguantar a K y a Y, su novio. Además sería difícil seguir el hilo con tanta inicial.

A G y K les cuesta quedar con B y R, o hablar por teléfono, incluso escribirles SMS, porque no se lo ponen fácil, así que M y D pagan los platos rotos. A G y K les gusta que B y R se lo pongan difícil, pero la verdad es que R y B se pasan un poco. ¿He mencionado que B y R se conocen y hasta salen a veces? Es más, D y G se conocían de vista por un amigo común, hasta que se conocieron mejor cuando éste invito a D a la fiesta que organizaba con G, que a su vez invitó a K. A estas alturas ya habrán supuesto que K y D se conocieron en esa fiesta, claro. La única persona que no está en esta red, aún, es M. Bueno pues ya nos conocemos todos.

G y K hacen con M y D lo que querrían hacer con B y R. V opina que G y K no juegan limpio, ni con B, R, M ni D. G opina como V, aunque es mucho menos radical. Será porque G está en el ajo y V lo ve desde fuera. Es parte de la indecisión de G. K lo ve todo más claro, o se engaña más, como quiera verse.

¿Han de sincerarse G y K? ¿Con quién? ¿Por qué? ¿A qué lleva? ¿Por qué han de sincerarse con B y R si no les ofrecen la confianza suficiente para hacerlo? ¿Por qué han de sincerarse con M y D si esto les generará sufrimiento? ¿Han de invertir todo su tiempo en B y R? ¿Qué hay de malo en divertirse con M y D mientras B y R se deciden de una vez? ¿Cómo cambia esto si G y K no son amigas, sino amigos?

V es tan femenina a veces como masculina otras, lo cual ayuda mucho y divierte más.

¡Ah!, se me olvidaba. No piensen que el comodín es V. Nonononono. Entró en juego en el último descarte. Se llama T y K se guarda el comodín en la manga por si fallan D o R. ¿Qué le traerá la próxima mano a G?

Dificultades

Mujeres hay muchas, tantas como hombres. Aunque a veces no lo parezca, sobretodo por las noches. Incluso hay más que hombres, dicen, un pequeño desvío sobre el cincuenta por ciento, que resulta demográficamente favorable, dicen. Trataré de ir al grano, que luego mis escasos lectores fieles, selecto grupo entre el ya minúsculo número de lectores sin más (comparado con el número de lectores potenciales), me dicen que pierdo la línea editorial. Diversificar es arriesgado en estas lides, porque perder seguidores es mucho más fácil que ganarlos. Una revista de economía puede probar fortuna y añadir una columna de crítica musical, pero hay riesgos que uno no se puede permitir. ¿Cómo se llega a ser crítico musical en una revista de economía? ¿Cómo se llega a ser crítico musical? ¿Cómo se llega a ser crítico?

Volviendo a lo que decía, mujeres hay muchas. Mujeres que me gustan, en diversos grados, también hay muchas. De entre todas estas a las que potencialmente podría acceder a conocer, sólo conozco a un número minúsculo de ellas, y mira que me esfuerzo. Pero últimamente dedico especial interés al selecto grupo, incluido en el anterior, de mujeres que además de gustarme, tienen ese algo más. Siendo honesto diré que algo de tiempo se me escapa con mujeres que ni me gustan. Podría esto justificarse con razonamientos que incluirían un poco de teoría sobre algoritmos genéticos, estadística y aplicación de ambos a comportamientos sociales. Pero no, lo mío es vicio. De ambas opciones puedo dar bibliografía, sobretodo de vicios. Mírese como una manera poco arriesgada de diversificación, por ponerme pedante.

Así que si tenemos a una mujer de las del selecto grupo, como si fuera un dilecto lector fiel, has de hacer las cosas adecuadas para atraer su atención, has de mimar a ambos. Al ser humano le estimulan intelectualmente los problemas que es capaz de resolver con dificultad. Los imposibles o triviales causan rápidamente un tedio insuperable. Vamos, que para entrar en el selecto grupo han de ser chicas difíciles. ¿Decir esto es tirar piedras sobre mi propio tejado? Sin duda. Tengo amigos que llevan esto a extremos casi enfermizos, aunque van progresando.

Por tanto una características de esas chicas con algo más; además de otras a las que me he referido en anteriores ocasiones como su forma de vestir, hablar, o sonreír, en sí mismas y por lo que de ellas se puede deducir, o pequeños detalles como sus ojos claros o su forma de abrir un refresco de naranja; es que no te lo ponen nada fácil. Incluso muy difícil. Hay que estar muy preparado, o parecerlo, que viene a ser lo mismo. Lo mismo tienes que hablar de cocina exótica como de teoría política, sin perder el buen humor y demostrando cintura dialéctica, además de saber bailar, claro. Uno tiene que grabarse los programas de Arguiñano, leer varios periódicos en soporte digital y en papel y cuando acaba de trabajar asistir a clases de baile de salón. Como poco, porque además tienes que ser un tío viajado, divertido, original, un poco cinéfilo, nada superficial y buen chico (que yo no sé ya si esto significa ser políticamente correcto o incorrecto, o según el momento cambia). Saber un par de idiomas ayuda y también tener amigos gays, porque amigos metrosexuales ya no mola, la tele, que lo corrompe todo. Algunos escriben un blog, nada más que para contarlo. Hasta debes llevar la música adecuada en el coche, si no te bajan puntos, así, nada más montarse.

¿Y todo este sufrimiento merece la pena? Claro, es la sal de la vida. Si te lo ponen tan fácil como llevarlas a un par de sitios bonitos y caer en tus brazos, te aburres por trivial. Si te lo ponen tan difícil que al primer error la cagas para siempre, te aburres por imposible. Hay que estar muy preparado y tener muchos salires para aguantar a una chica así, pero es que también hay que estar muy preparada para ser una chica con ese algo más.

¿A quién esperas?

Hay quien prefiere quedar en el oso y el madroño, pero a mí me gusta más el kilómetro cero, justo debajo del reloj. A veces toca esperar, a todo el mundo le pasa. El pasado domingo me tiré más o menos media hora. ¿Es esto mucho o poco? La percepción del tiempo es tan subjetiva…

Cuando esperas en un sitio concurrido ocurre que hay allí más gente como tú. Eliges un lugar y te dispones a afrontar el incierto intervalo de tiempo con paciencia. No sabes cuanto durará, pero tienes la esperanza, en mi opinión infundada, de que poco. Miras a tu lado y observas en primer lugar a los que, como tú, están esperando. En el segundo reconocimiento te detienes en cada uno un poco más. Poco a poco llegan a resultarte familiares.

Me gusta el kilómetro cero porque está en una calle ancha y pasa mucha gente. Disfruto observando a la gente. Alma de voyeur. Ver las expresiones de sus caras, su forma de andar y de vestir. Dice mucho de ellos si te fijas bien, o al menos te puedes inventar muchas cosas, es muy divertido. Mucho más si además coges al vuelo fragmentos de conversación. Estos desconocidos no van a hacer que dejes de esperar, pero mientras, al pasar cerca de ti, captas un pedazo de sus vidas. A mi me entretiene.

Algunos de los que esperaban contigo se han ido. Alguien llegó y juntos se perdieron en la multitud que deambula por allí. La transformación es instantánea, no deja de ser curioso. Llegan, se sonríen mutuamente y se van. Una vez han dado el primer paso ya no les distingues de los otros transeúntes.

Otros, sin embargo, siguen allí. De tanto miraros puede que hasta os sonriáis o al menos intercambiéis una mueca de complicidad. Se han dado casos de gente que de tanto esperar ha acabado yéndose con alguien al que le ocurría lo mismo, dando ambos plantón a quiénes esperaban. Pero para eso hay que haber esperado mucho, creo yo.

Buff, vaya aburrimiento. No llega oye. ¿O sí? Ah, mira, por ahí viene. ¿O no? Tengo que ir al oculista que cada vez veo menos de lejos. Sí, sí que es. ¡Por fin! Espera… Uy, pues al final no es. ¡Qué rabia! Tengo que mirarme, creo que tengo vista cansada. A veces los sentidos nos engañan.

En fin, el domingo después de la media hora llegó la persona a la que esperaba y nos fuimos, disueltos en la marabunta, a tomar un té y echarnos unas risas. Pero esto es muy fácil, yo sabía a quién estaba esperando y la hora a la que había quedado, tan sólo se retrasó un poco. La vida es mucho más trágica. Hay quien se la pasa esperando, no sabe a quién, ni por cuánto tiempo tendrá que hacerlo. Cree que hay veces que ya llegó, pero los sentidos le engañan. Otros pasan a su lado compartiendo efímeramente un pedazo de sus vidas, luego desaparecen para siempre. Mientras la espera se prolonga ve como a los que estaban a su lado les llega su momento y se pierden en el tumulto. Plantados en el kilómetro cero ven como el tiempo pasa en el reloj que tienen encima. Media hora, año y medio. La percepción del tiempo es tan subjetiva...

Esperar sin más, sobretodo si no se sabe por cuánto, es una pérdida de tiempo, además de ser muy duro. Procuren invertir el tiempo en lugar de perderlo, es al menos más llevadero.

Rasuradas

Hace años charlábamos en la cafetería de la universidad. No recuerdo la hora pues pasábamos allí tanto tiempo que bien podría ser por la mañana o por la tarde, en horario de clase o fuera de él. En esa época añorada vivíamos allí. Cuando tuve que dejar esa vida lo pasé mal, a pesar de los pesares, a pesar de no tener que estudiar más, a pesar de no tener que presentarme a más exámenes…

Le decía una amiga en la cafetería a un amigo mío: a ti lo que te pega es una mujer que vaya siempre peripuesta y una niña muy repollo vestida de rosa y lacitos en las coletas, pero de amante una loba vestida de leopardo. A él por supuesto la idea le encantaba. Nos partíamos imaginándolo, sin darle más vueltas. Si no fue en la misma conversación fue en otra parecida en la que me decían que me veían de cuarentón liado con una decoradora de interiores teñida de rubio y con las tetas operadas. También nos reíamos mucho. Estábamos de broma. Ja ja já, ja ja já. En mi defensa sólo puedo decir que aún no tengo cuarenta y tampoco me he liado con una decoradora de interiores, ni con una teñida de rubio. Nada más.

Hace unos días, hablando con unos amiguetes con unas copas de por medio la conversación fue subiendo de tono poco a poco, como suele ser habitual. En un momento dado alguien dijo: “A mí, para una guarrilla, me gusta que lo lleve depilado entero o con un bigotito, pero no para mi novia”. Con estas cosas yo flipo un pepino.

Aún hay más. He oído chicas de mi edad o un pelín mayores, es decir, empezando la treintena que opinan que ponerse tanga es de guarra. Por otro lado he constatado empíricamente dos cosas: que actualmente las veinteañeras no llevan otra cosa, es más, suelen llevar un “hilo” (así lo llaman), y que a los tíos les excita sobremanera. ¿Son todos los tíos y todas las veinteañeras con tanga unos guarros?

Incluso he llegado a oír cosas como “- ¿Qué tal con esta tía? - De puta madre, menuda guarra follando. - ¿Te la vas a echar de novia? - ¡Qué va tío! A una guarra así no.”

Hace tiempo que me tengo por raro. Antes pensaba que era especial, luego diferente. Finalmente llegué a la conclusión de que soy raro, sin eufemismos. No entiendo que te molen los tangas, los coños rasurados y la lencería de leopardo y a tu novia y/o mujer la quieras con bragas, no quieras que se arregle el parrús y quieras que se vista como un repollo. Además que en lugar de dar juego en la cama prefieras acostarte con un leño.

¿No es más lógico salir con alguien que haga cosas que te gustan? A lo mejor lo que hay que hacer es salir con alguien que creas que es como crees que la gente piensa que tiene que ser, a pesar de que no sea lo que a ti te gusta. ¿Se sale con alguien por no estar solo y luego ve uno lo que le gusta o no de esa persona, o se sale con alguien por las cosas que te gustan de esa persona? Que alguien lo lleve rasurado o no, lleve una ropa interior u otra son cosas que me parecen intrascendentes, pero por lo visto debe ser una característica fundamental para clasificar a las personas, con las implicaciones que eso conlleva. ¿No es más fácil comprarle un conjunto de leopardo a tu mujer repollo que echarte una amante que satisfaga tus fantasías? ¿Tiene que ver “Cuéntame” con esta ola de falso puritanismo?

Yo, como siempre, debo estar en la inopia.

Clase media

Una característica de los países subdesarrollados es que no tienen clase media. Unos pocos acaparan toda la riqueza y la gran mayoría son pobres como ratas. Pasar de pobre a rico allí es prácticamente imposible, unos pocos lo consiguen sólamente. Y tú, un pobre tipo de clase media de país del primer mundo, vas allí con tu sueldo de tres al cuarto y se te cae el alma a los pies y la cara de vergüenza. Pero sólo un rato, que estás de vacaciones. Mejor te amargas a la vuelta.

Llega el día diado. Vuelta a la rutina, al frenesí sin sentido, al atasco eterno. Es mentira que los años comienzan el primero de Enero. Comienzan el uno de Septiembre, independientemente de cuando terminen tus vacaciones, si las tienes. Los buenos propositos de Enero; “año nuevo, vida nueva” dice el refrán; se acaban en cuanto comienza la cuesta del mismo nombre. Los de Septiembre duran un poco más, pero se quedan igualmente en propósitos. Aún así todos los hacemos. Hay que ponerse objetivos, para ir tirando.

Este año un grupo de amiguetes y yo nos propusimos ir al gimnasio. Nos propusimos ir, porque alguno ya estaba apuntado. Es un firme propósito, veremos lo que dura.

No queremos darnos cuenta, pero para según que cosas somos personas provectas. El primer mundo es lo que tiene, que genera treintañeros con sobrepeso. Éste es proporcional a las horas que pasan sentados ganándose su sueldo de tres al cuarto, las cañas y/o copas que beben para rebajar el nivel de estrés que les provoca el trabajo que engorda sus cuentas corrientes y barrigas. Y el poco tiempo que todo esto les deja lo pasan conectados de algún modo a mundos virtuales tales como el móvil o el ordenador, el cine en el mejor de los casos o su sucedáneo el dvd, para aumentar sus agendas o aislarse de ellas, según cada cual. El caso es que para hacer deporte queda poco tiempo.

Entonces llega el monitor del gimnasio y te pregunta que cuánto tiempo llevas sin hacer nada. La verdad es que si lo pienso llevo dos años ininterrumpidos de copas, pero eso no se lo dices, así que sueltas un “pufff”. Y él te entiende perfectamente. No eres el primero. El tío no me pareció mala persona, un poco gilipollas sí, pero no era malo. Digamos sincero sin tacto. Yo creo que debería habernos devuelto el dinero y dejar que fueramos a casa o de cañas, que lo nuestro no tiene ya remedio. Pero deber ser que sí que lo tiene, o que nos quiere sacar los cuartos, que no deja de ser su trabajo. Ya veremos.

“Veinte minutitos de ejercicio aeróbico para empezar”. Y digo yo, ¿tiene que llamarlo así? No puede decir bicicleta. Si quiere ponerse un poquito técnico que diga bicicleta estática. Es como si fuese yo aeronáutico y fuese por ahí hablando de aeronaves en lugar de aviones. O como si fuera yo ingeniero de montes y diera la tabarra a mis colegas con la codominancia de las especies en las laderas de las montañas. Este monitor además de no tener tacto es un poco pedante…

Fue entonces cuando lo vi, en pleno ejercicio aeróbico, subido en mi bicicleta estática observando al personal que me circundaba y, claro, me entró el pánico: en los gimnasios no hay clase media, como en el tercer mundo. Están los supercachas y las superpolvonas y luego una troupe de gorditos y gorditas. No hay gente normal, no hay clase media. ¡Madre, madre!

Apelemos al raciocinio o me cago por las pencas. Vale que nunca llegaré a ser un supercachas, pero para ser supercachas ha de empezarse como mínimo por ser normal. ¿En qué gimnasio se empieza a ser supercachas o superpolvona? ¿Dónde empieza la gente normal? ¿Dónde está? Entre fuera de forma y supercachas debe haber gente normal, ¿por qué no la veo? ¿Son los gimnasios un sistema de castas como en la India?

Tengo miedo.

Llega un momento en que lo ves

Tengo un amigo muy guapo, tanto que durante una época fue llamado el Rey del Pasillo. Luego perdió fuelle, tenía que estar a otras cosas. Me comentan que últimamente ha cambiado de pasillo pero ha recuperado la corona. Hay grandes historias suyas que recuerdo, pero por suyas no las contaré yo aquí. Sin embargo, hay algo que me dijo una vez que se me quedó grabado. Hay frases que se te quedan, sin que se sepa bien cual es la razón, se duermen en tu subconsciente hasta que un día algo las despierta. Me dijo: “…y entonces llega un momento en que lo ves, ya está, se abren todas las puertas…”

En el momento de mi vida en que me lo dijo le creí, para eso es un amigo. Pero fue un acto de fe, hasta que no te pasa no puedes entenderlo de verdad. Es lo malo que tenemos, que por mucho que nos cuenten, leamos o veamos hasta que no lo vivimos no lo comprendemos realmente. Cada uno tiene que vivirlo todo solo, lo cual le da emoción a la vida, si no con sentarse a oír sería suficiente. Yo aún no lo había vivido, estaba a otros menesteres. Para ser benevolente conmigo mismo diré que soy un tipo precoz, tanto que me he saltado muchas cosas, vamos, que me las he perdido. Así que últimamente trato de recuperar el tiempo tratando de hacerlo salvaguardando la dignidad. Quiero decir que si cuando cumpliste diez años en tu fiesta no había piñata y quieres celebrar tu trigésimo cumpleaños con una, puedes hacerlo, pero has de cuidar las detalles para no perder el poco pundonor que te quede.

Comencemos ya con la parte de nocturnidad y alevosía del asunto. Los chamanes toman sustancias opiáceas en ritos ancestrales para abrir su mente y tener experiencias astrales en las que su alma se funde con el cosmos y todos esos rollos. Nosotros, que somos más de andar por casa, nos ponemos finos de whisky al ritmo de música pachanguera en garitos de moda. Y oye, mira tú que no sé si el alma se funde con el cosmos, pero flotamos por el universo que da gusto, en particular por la parte del mismo que comprende el garito. Una vez estamos levitando y con la mente tan embotada que la creemos liberada comienza el consabido rito ancestral: la ves, te gusta, te acercas, comienzas a hablar. Hablar de nada, banalidades, hablar por hablar, es un trámite, es el protocolo del ritual. Sigues todos los pasos uno por uno, movimientos y oraciones mil veces repetidas. Vas entrando en trance, te dejas llevar… “y entonces llega un momento en que lo ves, ya está, se abren todas las puertas…”

Sí, quizás está feo decirlo, pero justo antes de besarla me acordé del Rey del Pasillo, porque le comprendí perfectamente.

La subasta

Me gusta la teoría matemática de juegos. Es una rama muy seria de las matemáticas, no se dejen engañar por su nombre, con un montón de aplicaciones sociológicas. Desde que lo descubrí en un libro sobre el tema hay un juego malvado que me encanta hacer a veces, cuando me encuentro en un grupo de personas que me conocen lo suficiente como para que haya cierta confianza pero no tanto como para que sepan de qué va el lío. El juego consiste en subastar una moneda normal y corriente, por ejemplo un euro. Es una subasta como todas, se da un valor inicial a partir del cual se comienza a pujar. La única diferencia es que han de pagar, por un lado, el que más ofrezca, y llevarse el objeto subastado, pero también el segundo que más ofrezca, sin llevarse nada. No se puede empezar a pujar si no se aceptan las reglas. Comencemos con 5 céntimos, una ganga. Varios avezados pujadores lo ven claro, y entran al trapo: 10, 15, 20 céntimos. Las primeras apuestas son vertiginosas. El subastador tiene que ser rápido y no dejar pensar a su clientela. “1 euro por 20 céntimos, estamos que lo tiramos, ¿Quién ofrece 25?…”, “25”. “¿30?”. Llegados a este punto más o menos, la gente comienza a pensar (aunque ya es tarde, pero no lo saben). Arrancar las siguientes pujas cuesta más, a no ser que sepas lo que tienes que hacer… Hay que apretar al segundo: “¿Vas a pagar 25 céntimos por nada, mientras él se va a llevar un euro por 30?”. Lo piensa y ofrece 35… y su compañero 40. Ya sólo pujan dos, los demás se retiran sigilosamente. Esta tensión puede mantenerse hasta más o menos los 80 céntimos, momento en el que hay que volver a cambiar de táctica, pues la gente empieza a barruntar que en breve no se tratará de ganar dinero sino de perder lo menos posible. “Un euro”, dice alguien finalmente. “¿Vas a pagar 90 céntimos por nada?”. “Joder… Un euro y 5 céntimos”. Ja ja ja, me encanta este juego. Nótese que el subastador lleva ganando dinero desde que los dos superaron los 50 céntimos, es lo de menos, el momento de superar el valor de la moneda subastada es mi favorito, ¿qué fue de la ganga?. Nuevo cambio de táctica: “¿Prefieres pagar un euro y 10 céntimos y llevarte un euro, o pagar 1 euro y cinco céntimos y no llevarte nada?”. La cosa cada vez se pone más fea, es una carrera para empeorar que no puedes parar. El único modo es que uno renuncie, y será el que más pierda. Prueben el juego cuando puedan, la gente realmente entra al trapo y apuesta, si el subastador es un pelín convincente. Yo mismo me quedé asombrado la primera vez de lo fácil que resulta.

Un hecho de la vida cotidiana que sigue el mismo esquema es el siguiente: Tienes una cita y decides ir en autobús, tienes tiempo de sobra y cuesta muy barato, ni se te pasa por la cabeza coger un taxi, carísimo. Pero el tiempo pasa y el autobús no viene. Aún tienes margen para gastar más tiempo (seguir apostando). Llega un momento en que si aparece el autobús llegas justo a tiempo a tu cita (la apuesta asciende a un euro), a partir de ese instante llegarás tarde. ¿Cuánto tiempo estás dispuesto a llegar tarde? Cinco minutos, diez minutos, tic, tac, tic, tac… Y el autobús no viene. Hay un momento en que no puedes permitirte llegar más tarde y decides coger un taxi. Finalmente has llegado tarde y has pagado un alto precio. Cada jugardor decide cuánto tiempo (y dinero) está dispuesto a perder. En ambos casos se entra en el juego casi involuntariamente, conoces las reglas, pero no eres consciente realmente de su alcance.

Si son fieles lectores esperarán otro ejemplo, un tanto frívolo, aunque real, con el que concluir de forma divertida. Imaginen una subastadora, que se subasta entre dos pretendientes. Todos conocen las reglas, saben que hay dos pujadores, un premio y que ambos pagarán el precio, aunque sólo uno se lleve el preciado objeto. Las apuestas son cada vez más fuertes, llega un momento que aún llevándose el premio ambos perderán más de lo que puedan ganar. Finalmente uno desiste y se rinde, prefiere perderlo todo que seguir apostando por lo que tan vehementemente deseaba…

No se sabe cuando se comienza una subasta como esta hasta que se está bien dentro, no puede elegirse ser pujador. Sin embargo, ocurre que a veces toca ser subastador sin haberlo elegido… ¿o no están ustedes de acuerdo? ¿Debe el subastador detener la subasta? ¿Por qué? ¿Y si no puede? Hay quien tiene estas respuestas muy claras, otros no tenemos tanta suerte.

Trabajar en un pueblo

Subo en el ascensor a media mañana, con una de las empleadas de limpieza (nunca sé cómo llamar a estas personas, los términos señora de la limpieza, o peor, limpiadora, me suenan mal y cualquier otro pedante). Hace tiempo que superó la cuarentena. Por las miradas que los hombres cercanos a su edad y mayores le dispensan a la señora (o señorita) deduzco que debe estar de buen ver para su edad. Está haciendo una llamada por su móvil, particular supongo, pero como este mundo está loco igual hasta ella tiene móvil de empresa, ¿tendrá también portátil?. Portátil y móvil son dos adjetivos sustantivizados. ¿Quién los eligió? Los teléfonos móviles también son portátiles y los ordenadores portátiles también son móviles. ¿Por qué no decir teléfono portátil y ordenador móvil? Caprichos.

Cuando entra en el ascensor alguien le contesta a la vez que pulsa el botón del segundo piso:

-Mama, que no venga Papa a buscarme. No. No, que no venga, que me voy con el jefe. ¿Mi hermana? No, a mi hermana no la he visto. Hasta luego. Venga. Adiós. Sí. Hasta luego.

Justo a tiempo, segundo piso. Sale. Yo voy al cuarto, sigo.

-Ta luegop.
-Ta luegop.

Me encantan los ascensores, ya se sabe.

Hay varias cosas que no entiendo:

1) A una cuarentona de pelo teñido de rubio y planchado semanalmente en la peluquería de confianza (¿o se lo hace ella misma?, la semana que viene se lo pregunto a mi secre) la viene a buscar habitualmente al trabajo su padre.

2) Hoy se va con el jefe. ¿La lleva a casa de ella, a la de su Mama y su Papa, a la casa de él, o a otro sitio? ¿A comer, al huerto?

3) ¿Las empleadas de la subcontrata de limpieza tienen jefe?

4) ¿Quién elige los colores de los uniformes de estas empleadas? ¿El jefe? ¿Por qué ese verde hospital? A mí me da mal rollo.

5) Es necesario maquillarse tanto para un trabajo que no es cara al público. ¿O sí es cara al público? ¿El jefe puede ser considerado como tal?

6) ¿Quién es el jefe?, que no le conozco, y mira que ya llevo un tiempecito aquí metido.

Ni soy cotillo, ni mal pensado ni me gusta hablar, que si no… Si no, lo primero que haría sería contrastar la información, es decir, preguntar a un par de secretarias, también conocidas como las fuentes del conocimiento. Esto es como un pueblo, y todo se sabe. Pero para sacar información hay que dar algo a cambio. No es estrictamente necesario, pero genera buen rollo y si un día no tienes nada que ofrecer pues te fían porque hay confianza. Hoy ha sido un día de suerte. Cuando me he topado con la empleada de la limpieza venía de informarme sobre mis vacaciones en la agencia de viajes del trabajo. Allí estaban, antes que yo, una parejita que están liados, bueno ahora ya han ascendido a novios creo. Por lo visto en esta empresa-pueblo se lía todo el mundo con todo el mundo. Menos yo, ¿o eso era antes? No me acuerdo. El caso es que he visto donde se iban de vacaciones. Preciosa información. La secretaria donde están ellos seguramente sepa que han salido juntos de su edificio, incluso que iban a la agencia e viajes. Pero el destino seguro que no, y yo podré ofrecérselo a cambio de saber si la de la limpieza está liada con el jefe, y quién es ese jefe. Eso si me interesase, claro. Pero a mí me da igual dónde se van esos de vacaciones, quién se ha liado con quién y de qué es ese jefe… porque yo no soy cotillo, ni mal pensado ni me gusta hablar…

Microrrelatos

Dos microrrelatos para un concurso de literatura fantástica. Debe aparecer la palabra Mordor. No me gusta mucho, pero son las reglas.

Encerrado en la torre

Desde que estoy encerrado en lo alto de la torre más alta y con vistas a Mordor mi vida es anodina y triste. La vista a lo lejos sólo me trae oscura desesperanza, en cualquier dirección que mire. No veo forma de salir. Cualquier destino se me antoja peor que el que tengo. Me hundo en el fango del conformismo. He de salir, pero mi espada, antaño reluciente, hoy está mellada. A veces llegan luminosas señales allende las oscuras fronteras, pero son tan leves y estoy tan débil. No me vendría mal una linda doncella por la que luchar, pero no abundan por estos parajes. Algo he de hacer. ¿Qué he de hacer?

Dedo anular

Me fijo a menudo en los dedos anulares de las mujeres. Me percato de que la mayoría de ellas los llevan ensortijados. Dos signos de que me hago mayor. Por suerte aún no me he enamorado de ninguna mujer casada. Cuando así sea, porque me temo que no tardará en llegar, tendré que vérmelas para tomar su anillo y arrastralo hasta el corazón de Mordor para destruirlo. Felicidad. Si no puedo anularlo, éste ennegrecerá lentamente nuestras almas envenenadas. Infidelidad. Así de grande es su poder.

De juguetes y niños

Estaba muy contento con su juguete nuevo. Había jugado con otros del mismo estilo y algo sabía sobre cómo funcionaban. Eran complicados, cada uno con sus mecanismos especiales que había que descubrir, pero eso era lo que hacía divertido jugar con ellos. No se puede perder la paciencia pues se corre el riesgo de romperlo y quedarte sin él. Conforme van encontrándose los secretos engranajes y nuevas funciones cada vez es más divertido jugar. Finalmente, con tiempo, se entiende perfectamente el juego, se deviene en maestro y se disfruta de él al máximo.

Hay quien opina que una vez que dominas algo te aburres. Ocurre así a veces, es cierto. Estos juguetes también tienen su corazoncito, y si el niño se aburre y ya no quiere jugar más, lo pasan mal. Creo importante aclarar que me gusta ser simultáneamente deleitoso juguete y niño curioso, no puedo evitarlo.

Encontré siendo niño un singular juguete. Escondía con gran celo sus más íntimos resortes, lo cual a priori es cautivante. Mas cuando descubrí la razón quedé asombrado. Aseguraba que tan pronto el niño curioso los descubriera, se cansaría del juguete y lo abandonaría hastiado. Ignominioso razonamiento, pues no puede saberse de antemano si tal desgana llegará, pero más importante aún ¿merece la pena prolongar artificialmente el proceso por miedo a que al final del camino encontremos el tedio? Más aún, si tan seguro se está de que esto sucederá, ¿qué sentido tiene prolongar la dulce agonía?

No se sabe nada nunca. Cuando por fin se sabe, puedes ignorarlo o tomar una decisión, lo que menos fuerzas requiera. Pero cuando no se sabe no merece la pena, en mi opinión, vivir coartado por el miedo a eventuales sucesos. Dejémonos llevar, disfrutemos un poquito mientras podamos. Cuando ya no podamos más, veremos lo que hacemos. Seamos niño y juguete, intensamente, cada uno a su ritmo, pero sin cortapisas.

Parejas

Entre el polvo dipsómano en un retrete anegado de micciones y un noviazgo que concluye en himeneo tras una pedida de mano al padre de la núbil pareja, hay un arco iris de relaciones posibles entre un hombre y una mujer. Esto que parece obvio, a veces no lo es tanto. O según para quien es inconcebible.

Se establecen en mi opinión tantos tipos de relaciones como posibles parejas, función que va como el cuadrado del número de personas implicadas, sin tener en cuenta la dimensión temporal. Si consideramos la evolución con el tiempo de las relaciones se nos dispara el esfuerzo de cálculo requerido. Así que me parece excesivo clasificar toda esta variedad usando sólo el blanco y el negro. Al ser humano le gusta clasificar y simplificar, lo cual es muy útil para comprender la realidad en la que estamos inmersos, pero sin pasarse, pues se corre el riesgo de perder el sentido veraz de las cosas. Abstraer para llegar a la esencia de las cosas, pero sin perder características fundamentales en el camino, pues se desvirtúa el desenlace, me parece lo correcto.

Tengo un elenco variado de experiencias que he oído. Junto con las pocas que yo mismo he vivido podemos apenas vislumbrar un puñado de esos tipos de relaciones que conforman el inmenso arco iris antes mencionado, pero sirven para ilustrar lo que vengo diciendo. Hay de todo, desde años de noviazgo contenido hasta descargas intrabucales en latitudes septentrionales. Hay quien queda esporádicamente por SMS con el único fin del fin único. Unos embaucan a sus amigos en un viaje de varios miles de kilómetros para rematar la faena, después de largos meses de correspondencia. Otros rompen un noviazgo de años para seguir manteniendo la misma relación pero sin soportar la carga del título. Hay quien ama a su pareja, aún tirándose a otras, mientras los hay que sólo están con su pareja, aunque no la amen, porque es tan duro estar solo… Incluso conocí a varios que simultaneaban relaciones, algunos informando de lo que había y otros sin informar, en la misma ciudad o en diferentes países. Novias que hacían que sus novios las llevasen a casa a media noche y cuando las dejaban se iban de juerga con las amigas. También relaciones del tipo: estuvo bien mientras duró, pero si te he visto no me acuerdo. Ligues de aeropuerto, gimnasio o clase de italiano. Líos con el jefe o la becaria, con tu cuñado o la madre de tu ex…

Y todo me parece tan bien… Se puede mantener cualquier tipo de relación, incluso las deshonestas (término muy ambiguo). Se puede, digo, porque se tienen: a los hechos me remito. Cada uno con su vida, que la monte como quiera dentro de como pueda. Cada cual es mayorcito: si te enteras de qué va el rollo bien, si no, a golpes también se aprende, de hecho es como mejor se aprende.

Por todo lo cual, amigos y amigas que por mí os preocupáis, sabed que me siento agradecido y afortunado por tal hecho, pero no tengáis cuidado, pues que salga dos veces con la misma chica no significa, ni mucho menos, como espero que ahora comprendáis mejor, que seamos pareja hoy, ni que lo podamos ser en un futuro, mas tampoco lo contrario. Tomemos pues las cosas con calma y dejémonos llevar instalados en la ataraxia, que lo que tenga que suceder ocurrirá y sea lo que fuere no pasará nada. Esto se resume en una frase de un buen amigo: “no empecemos a chuparnos aún las pollas”

70-30 o cómo ligar en el trabajo

Estadísticas. Sempiternas. Debería cambiarle el nombre al blog. Me comenta un conocido que ha leído no sé dónde (ni él lo sabe, estoy seguro) que el 70% de la gente se ha liado con alguien del trabajo. ¿Y esto es mucho o es poco? Es mentira, de momento. Pero es un número, así que podemos dar vueltas a su alrededor tanto como queramos. Lo que digamos no alterará su magnitud, lo que nos lleva directos a darnos cuenta de que da igual qué número sea, lo que nos gusta es hablar por no callar. Hablemos pues.

Mucha gente (esta sentencia es tan imprecisa como decir un número, pero te ata menos) se lía con compañeros de trabajo. El concepto liarse es tan amplio que podemos meter en ese saco casi todo, hay quien mete miraditas, porque no puede meter más. Las miraditas son un buen comienzo, si hay suerte se convierten en tensión sexual, de ahí se pasa a una cita en un café, y si la chica no te aburre mucho pasas del 30 al 70 entre la segunda y la tercera caña. Aunque no siempre hay tanta suerte… ¿De qué me suena esta historia?

Los directivos de empresas multinacionales suelen tener ideas con las que no comulgo, pero como soy un excéntrico es normal (otra gran palabra hueca, qué día llevo). Una de las ocurrencias que me gustan, sin embargo, es la de organizar cenas-con-fiesta-de-empresa. Las justifican con sesudos razonamientos escritos en un powerpoint con tipo de letra corporativo para que sus diletantes directivos se las financien. Son del estilo de: “un acto social de tal naturaleza incrementa el nivel de identificación del empleado con la empresa y lo fideliza”, seguido de unos porcentajes vanos. Esto significa: “Ponles fácil el pillar cacho y no se van a la competencia”. Todo esto funciona excepto si no te puedes ir a la competencia. Una forma de que no te puedas ir es que esta no exista, y otra, que estés contento con tu trabajo. En un mundo como el de hoy las dos parecen improbables, ¿verdad? Pues en mi caso se dan. Mi multinacional es casi un monopolio a nivel nacional y además se desarrolla una profesión vocacional, así que la gente está encantada de dedicarse a lo que le “gusta”. Afortunados. Por tanto no se fomenta el golferío. Otro factor en detrimento de tal fin es que es un sector que no da muchas ganancias cuando va bien y sí muchas pérdidas cuando va mal. Además casi siempre va mal. A esto los gurús de las finanzas lo llaman sector estratégico, que es más corto. Así que como no da pasta pues la poca que hay no nos la vamos a gastar en fiestecitas para que los empleados forniquen entre ellos en su tiempo de ocio o en la oficina. ¿En qué hora elegí esta profesión? Aprovecho para dar las gracias a todos mis profesores de BUP y COU por orientarme tan adecuadamente.

Hay más cosas. En este país tan europeo que estamos construyendo (la gente de veras lo cree) cada vez hay más mujeres universitarias, signo inequívoco de que vivimos en el primer mundo (hay que oír cada cosa...). El hecho es que cada vez te encuentras menos cromosomas Y por los pasillos. Más aún, la liberalización del mercado y la privatización de la empresa así como el fomento del empleo (inestable) del que se vanagloria este primer mundo ha incrementado sobremanera la contratación de becarios, sobretodo sin cromosoma Y, es decir, becarias… Y aquí queríamos llegar, porque como dice una de las que tengo cerca: “desde Clinton, la palabra adquirió unas connotaciones… diferentes”.

Tenemos más ingredientes. La competencia es brutal y obtener beneficios crecientes fundamental. Un bonito modo de explotación a bajo coste en el que se forran los intermediarios es el creciente fenómeno de la subcontratación. ¿Qué tienen en común una becaria y una subcontratada que las hacen más atractivas que a una compañera de plantilla? Las connotaciones. Una empleada subcontratada es efímera, hará su trabajo por un periodo de meses a lo sumo y se irá, y luego vendrá otra. Un dulcecito en la puerta de un colegio…

Así que si estás en una multinacional monopolística de un sector estratégico que no para de contratar jóvenes becarias y experimentadas subcontratistas, ¿qué debes hacer para pasar del 30 al 70? Pues la labor del departamento de rr. hh., es decir, montar fiestas.

Montar fiestas de empresa es una manera fácil (en próximos artículos del blog veremos si efectiva) de conocer, por ejemplo, a la becaria de la planta baja. “¿Esa de los pantalones pirata con stilettos?”. “Sí, la rubia”. “Madre mía, como venga no respondo…”. “También hay que traer a la de la informática, la del pelo corto… Como sea.” “Y a la de la biblio…” Sí, y a esa de los morritos…”. “Y…” En fin, que sólo proponerlo fue un éxito.

La fiesta transcurrió según lo habitual: la simpatía crece con el nivel de alcoholemia, “ya nos arrepentiremos el lunes”. Una ventaja de este estado de simpatía universal es que favorece las relaciones personales (esta frase me ha quedado de powerpoint corporativo, si es que voy para directivo diletante). Así que después de profundizar en las relaciones personales con el resto del personal, valga la redundancia, incrementando el número de entradas en la agenda del móvil tanto como las virtudes de cada uno le permiten, pues se vuelve uno a casa, sólo o en el coche de alguien si se tiene suerte. Si tienes más suerte no te vuelves a casa…

Llega el lunes y me comenta un amigo, al que conozco bien, que tuvo la oportunidad de pasar del 30 al 70 y que no la aprovechó. ¿Afortunado? ¿Se es afortunado por poder elegir o desdichado por tener que tomar una decisión? Hay para quien la vida es más fácil cuando te lleva, cuando no tienes que elegir, porque no te crea conflictos. Pero facilidad y felicidad están reñidas según para quien. En fin, que el pobre se devana los sesos sobre si pasar al 70 con las consecuencias que puede traer, impredecibles todas, arriesgadas algunas. O vivir en el 30, lleno de cosas que le gustan como responsabilidad, comportamiento correcto, vida ordenada, mente fría… Mi amigo era díscolo y heterodoxo, pero me lo están cambiando, me lo están cambiando… Mientras, la becaria le saluda desde el lunes más sonriente que nunca, y así no se puede…

La majada de ovejas blancas

Todas juntas las ovejas paciendo en su majada se hallaban dichosas. Su lana reluciente, sus orejas gachas, paciendo con fruición. Tan sólo un leve balido se oía de tanto en tanto. Un balar de felicidad, pero bajito no se te vaya a oír mucho.

Vaya historia tan aburrida sería si no llegasen a perturban esta calma chicha bien el lobo o bien la oveja negra. Claro, que sería mejor que llagase el lobo con piel de cordero o, rizando el rizo, con piel de oveja negra… Pues bien amiguitos, sucedió algo peor aún. Un día el pastor trajo, no una, sino dos ovejas negras acompañadas de otra, más negra aún y con una cara rara, como de lobo. La tragedia se avecina.

Las tres ovejas eran astutas y no comenzaron a llevar a cabo sus aviesos planes hasta no haberse ganado la confianza de las recelosas ovejas blancas. Es más, no urdieron éstos hasta haber conocido el carácter de sus semejantes con detalle. Qué malvadas las ovejas negras…¿qué obscuro fin perseguirían?

Al fin llegó el día de ejecutar el plan. Las ovejas negras, propusieron a las blancas salir de la majada y conocer otros sitios donde pacer. Lo pintaron muy bonito, como eran tan malas... Lleno de ventajas, de atractivos, incidiendo donde sabían que más escollos se plantearían, para eliminarlos de antemano.

Evidentemente se armó un revuelo tremendo, la voz corrió como la pólvora… Pero nadie se decidía. Algunas pensaban que estaba muy bien lo que decían y cómo lo contaban, pero que no iban a ser ellas las primeras, que si después las demás se decidían… a lo mejor, y seguían dándole a la hierba. Otras decían que si no iban allí algunas cabras para animar la cosa, de las que habían oído hablar en bellas fábulas, no merecía la pena moverse. Se arremolinaban en grupos y lo hablaban, pero como nadie se mojaba… Había quien se preguntaba acerca del verdadero propósito encubierto que tal ofrecimiento escondía…es que las ovejas eran tan negras. “Mira, mira esa. Juraría que es un lobo…”

Una oveja, pobre descarriada, decidió aventurarse y unirse al periplo propuesto por las otras. Finalmente partieron. Lo que la oveja descarriada descubrió entonces fuera de la majada, es que todas las demás ovejas eran negras y compartían sus pastos con cabras de esas tan graciosas y bellas, y con lobos, que también eran muy majos. Y se divirtió mucho, tanto que de la risa se le volvió la lana negra y lo agradeció, y no quiso volverla blanca nunca más.

Las demás nunca supieron nada, sólo conjeturaban sobre lo que a la pobre descarriada le habría sucedido, pero lo hacían en bajo y sin dejar de pacer demasiado tiempo.

Las tres ovejas negras nunca volvieron por la majada.

Antaño me sentí lobo,
hoy oveja descarriada,
quizás mañana yo sea
una más en la majada.

Una aguja en un pajar

Hoy he llegado al trabajo más pronto de lo habitual. No he dormido bien y me he despertado antes de que sonase el despertador. ¿Será el calor o es que me hago mayor? Soy un lirón, piensan algunos, pero en realidad no duermo tanto, es que me acuesto muy tarde porque no me sale acostarme antes. Me gusta la noche, ¿o será la edad? No sé. El caso es que charlando en el café matutino (muy matutino) una secretaria me hizo pensar con su comentario: “será la mala conciencia, que no te deja dormir”. Lo normal es un jajajá y continuar con la conversación llena de obviedades intercaladas de largos silencios que veníamos manteniendo. Pero como uno es sensible y además lo está (¿será de nuevo la edad?) pues cualquier cosa le hace ponerse a pensar. Así que en vez de rellenar con un encefalograma plano uno de esos largos silencios me interrogo acerca de qué aviesas ideas no me dejaron anoche dormir. En un rápido repaso descubro que son muchas y variadas, pero ninguna nueva. Siempre que no duermo pienso en lo mismo. Se puede resumir con la frase del anuncio ese de la radio de la esposa cuyo marido ronca como una fiera y le dice a su amiga del alma: ”y es que no sé qué hacer”. Me encanta la entonación que usa, es la clave del anuncio. Pero me gusta más el que ponen siempre a las 7:12 sobre un producto laxante. Con un ritmo pegadizo canturrean: ”No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy…”. Qué genio el publicista al que se le ocurrió. Ahora bien, al hijo de puta que decidió programarlo para las 7:12 habría que colgarlo de un pino. Cuando lo oigo me imagino al tío haciendo fuerza y jodido, claro. Y luego con su laxante tan feliz. Lo malo es que feliz significa aliviándose sin freno, y empezar la jornada laboral imaginándose a un tipo vaciándose pues no me gusta, así que a las 7:11 cambio de emisora. ¿Es necesario anunciar estas cosas? Quiero decir, si estás estreñido te buscas la vida. Los laxantes no son bienes para los que hay que crear una necesidad que te haga consumirlos, como la coca cola. Tampoco creo que el mercado del laxante sea tan competitivo como el de los refrescos. Pero yo de publicidad y marketing no tengo ni idea, como de tantas cosas.

Pero vamos, que lo que me ha quitado el sueño la última noche, así como las dos anteriores mañanas (porque los fines de semana me acuesto un poco tarde) ha sido, como todos ustedes sospechan, una mujer. En realidad no ha sido una mujer. Me explico. Mujeres hay para aburrir. Incluso mujeres que te puedan gustar, por muchas razones, hay también un montón. Cada día me encuentro un puñado de mujeres que me gustan. Pero eso es, además de por la edad, por ser varón heterosexual. No me refiero a esto. Son tías que te gustan porque te tienen que gustar, pero que en el fondo te dan completamente igual. Sin embargo, de vez en cuando, encuentras una aguja en el inmenso pajar que es la noche madrileña. Te das cuenta por un cúmulo de detalles de que has encontrado una aguja de esas. Primero observas en general y no te disgusta. Luego la miras con detalle y ves que su sonrisa, sus ojos, su pelo y su forma de vestir son de tu agrado, en sí mismos y por lo que de ella cuentan. Pero todo esto no es suficiente. Después la oyes hablar y te encanta como lo hace. Más aún, lo que dice, y cómo lo dice, amén de lo que hay detrás para que diga esas cosas. Tiene una conversación interesante y divertida. Todo en ella resulta muy natural, alejada del montón de petardas que abarrotan las calles. Así que es bonita, interesante, divertida y natural. ¿Es esto suficiente? No, falta un requisito indispensable. Hasta este momento sólo es una chica que mola un poco más que las demás, quizás porque tenga contigo más cosas en común que otras. Lo que la distingue por encima de otras es que sin quererlo se te pone cara de tonto y toda tu labia y verborrea se diluyen en leves balbuceos. Esto es lo que me quita el sueño. Acostumbrado a bregar con un rebaño de petardas, cuando aparece una chica como ella, me desmonto y se me cae la armadura del desparpajo junto con el alma, a los pies. Así que lejos de parecer inteligente, divertido o natural, sale el niño tímido que llevas dentro. Porque aunque ustedes no lo crean uno es tímido, cada día más. Y la cara de tonto no se te quita porque cada vez que se te ocurre decir algo lo piensas y repiensas antes de soltarlo, no vaya a ser una tontería, lo cual no hace sino comenzar una espiral de autodestrucción que hay que cortar de raíz cuanto antes si quieres llevar el asunto a buen puerto. La teoría para salir del torbellino está clara: “soy así, si no te gusto no hay nada que podamos hacer, así que no hay razón para preocuparse”. La teoría siempre es más fácil que la práctica.

En fin, tengo su teléfono, lo cual hoy en día no significa nada, como tantas veces ha quedado demostrado. Pero la voz del anuncio resuena en mi interior en los duermevelas o infinitos silencios matutinos: “…y es que no sé qué hacer…”. Con las agujas en general y con la última que encontré en particular.

Eufemismos

A los españoles que vayan a E.E.U.U. les exigirán un visado biométrico. Madre mía, eso tiene que hacer hasta daño. Pues resulta que no, que lo que te hacen es una foto, digital eso sí, que el papeleo está muy mal visto, y te toman las huellas dactilares sin tinta, que mancha mucho, es decir, electrónicamente. Ya puestos podrían haber llamado al visado electrobiometricodigital, y acojonar más. Si ya incluyes al palabro el término rectal el pánico es tal que ya nadie viajará allí, lo que acotaría sobremanera el alcance del terrorismo. “¿Ha traído su visado electrobiometricodigitalintrorrectal en regla para poder revisarlo o se lo formalizamos instantáneamente?”. No sé si es peor la revisión o la formalización. Me encantan los eufemismos. Puedes decir lo que te dé la gana, y si el eufemismo es ingenioso hasta quedas de erudito, por muy soez que sea la idea de fondo.

El mundo del eufemismo es tan amplio que abarca todas las áreas del conocimiento. Es mucho más bonito un ERE que un despido masivo, o una prejubilación que un despido anticipado, porque este viejo cobra mucho, como dos becarios. Adjuntamos su CV a nuestra base de datos significa, como todo el mundo sabe, que lo tiramos a la papelera, a la del ordenador, porque ni lo voy a imprimir.

Hay otras frases míticas, como “…pero podemos ser amigos…” que todo el mundo sabe lo que significa. En la misma línea el clásico “¿estudias o trabajas?” significa “quiero follar contigo porque me has parecido asequible”. Pero es que eso suena muy feo.

Hay eufemismos que se han devaluado, por ejemplo, no puedes decir hoy día a nadie “¿estudias o trabajas?” porque se ríen de ti. Está entre las tres peores frases para entrar (precioso verbo) a alguien. Las otras dos son “¿vienes mucho por aquí?” y la peor de todas en mi opinión, “parece que refresca…”. Ahora bien, une las tres, de este modo:

Sonrisa de plástico
- Holaquetal

Mirada de autosuficiencia y escepticismo, casi sin pronunciar la "a"
- Hola

Aguanta la sonrisa de plástico, no puedes venirte abajo tan pronto.
- Podría entrarte de cualquier forma, pero lo haré usando las tres peores posibles…

Incredulidad y leve indignación
- A ver…

Contando con los dedos de la mano, como si sumases llevando
- Uno: ¿estudias o trabajas?
- Dos: ¿vienes mucho por aquí?
- Tres y en mi opinión la peor: parece que refresca

Sonrisa sincera, bajó la guardia. Si te las responde hay tema (otro eufemismo). No falla, pruébenlo.

Existen eufemismos que han perdido su significado con el paso del tiempo. Por ejemplo, “enrollarse”. Antes, allá por los ochenta, incluso principios de los noventa, significaba follar. Así “me he enrollado con él” significaba que había habido penetración (más eufemismos). Hablen con los que disfrutaron esa época. Hoy significa que te has dado unos besitos, algunos con lengua, y con suerte has hecho alguna guarrada ( y otro) en el coche o en un portal (sin cámara, o incluso con cámara, ¡qué coño! De aquí el eufemismo citado en las reuniones de vecinos: “no, si la ponemos por los ladrones…”. Ya). En breve, si seguimos a este ritmo, “enrollarse” significará que le has dicho a una “holaquetal” o yendo más allá que la has mirado, aunque ella no se haya percatado.

Veo yo que este tema de los eufemismos da mucho de sí, así que otro día seguiremos. Entretanto sugiero que me sugieran alguno, por reírnos todos.

Ellas no saben hacerlo

Es conocida mi fe absoluta en las estadísticas, me las creo todas al pie de la letra. Hagamos algunas. La industria del porno americana está conmocionada porque se han encontrado dos actores con sida. Se ha puesto a otras cuarenta y cinco (!) personas en cuarentena por posible contagio. Los actores debían hacerse las pruebas del sida cada tres semanas. Haciendo unos números rápidos obtenemos que entre dos se han ventilado a cuarenta y cinco en tres semanas. Es decir, han bombeado con 1.07 personas por día, aproximadamente. Y de aquí al titular: “Actores porno americanos contagian de sida a más de una persona al día”.

Así de fácil es hacer periodismo amarillo, es por esto que me encanta este género. Tengo más ejemplos, claro. El otro día, mientras esperaba con creciente desconfianza que el avión aterrizase sin contratiempos (y es que cada día me fío menos), sostenía entre mis manos una revista de esas para hombretones, es decir, con fotos de tías ligeras de ropa, reportajes de motor aderezados con más tías más ligeras aún, recetas sobre sexo del estilo “si tomas azúcar se incrementará tu actividad sexual en un 10%” (¿qué coño significa esta frase?)” y consejos para hacerse multimillonario en breves segundos. Encontré entre sus páginas una entrevista a varias “chicas normales” sobre cómo se lo montan los chicos en la cama. Todas se esforzaban en explicar por qué no las dejaban satisfechas, que los tíos no saben tratarlas, y cosas de ese estilo. Toda la revista está llena de topicazos, esas páginas no iban a ser diferentes. Pero esa es justo la cuestión que me da qué pensar. En una revista para hombretones llena de topicazos se toma como tal que los tíos la meten hasta en un guá con tal de meterla y que además no saben hacer disfrutar a las mujeres. Ellas buscan a un tipo cariñoso, sensible, que le toque los botones correctos en el momento correcto pero que en realidad no existe, porque los tíos somos rudas máquinas de culear. Esto, además de ser mentira genera frustración, en ambos sexos. En ellas crea falsas expectativas que producen insatisfacción por un lado y acomodamiento por otro, porque si algo sale mal es culpa de él, que no sabe. Ellos se frustran porque no consiguen satisfacer plenamente a sus exigentes parejas. Y así no vamos bien. Si algo no es verdad es porque no se ha repetido lo suficiente. Es una pena que cada vez más gente crea eso. Y cada vez se repite más lo de macho insensible y mujer insatisfecha.

Cierto es que hay mucho tío petardo por ahí, pero también mucha petarda. A algunos nos gusta que también nos sorprendan. No sólo en la cama. Llevar la iniciativa está bien, pero dejarse llevar también. Me encanta buscar sus puntos sensibles, así como proponer nuevas configuraciones, pero no menos que busquen los míos y aceptar propuestas. Si no es como hacerlo con una muñeca hinchable que al final te dice con voz metálica la puntuación que has alcanzado en función de las dianas puntuables que hayas encontrado. Pero aún más allá. Me gusta proponer un restaurante o un lugar donde tomar un café o unas cañas, pero me gusta mucho más que me lleven. Debe ser que no soy un hombretón de esos. Prefiero decidir un destino para una escapada de fin de semana entre dos elegidos por cada uno, que de un par elegido por mí. Hay que tener una conversación amena, interesante, divertida, inteligente… de cualquier tema. ¿Y tú, niña, qué me cuentas? A mí también me gusta que me cuenten cosas.

Niñas, despertad. La vida es un juego de dos. No está bien estar esperando a que el otro lo haga todo y decir sí o no según convenga. Es muy aburrido, para ambos. Participad, pedid, proponed, excitad nuestro intelecto. Si quieres algo ve por ello, basta de mojigaterías. Ya me sé el rollo de que mola más si te dan lo que quieres sin pedirlo. Pero mola igual en los dos sentidos, acuérdate. Te invito a cenar, a un concierto o al teatro, pero también me dejo invitar, que no pasa nada.

Me aburro. Cansado estoy de petardas. Espero, con creciente desconfianza (y es que cada día me fío menos) encontrar alguna de esas mujeres que exciten mi intelecto y mis sentidos porque entonces, seguramente, me volcaré a hacer lo mismo.

Ejemplo REAL de Noviasms

Mucho se ha teorizado sobre las noviasms. Hoy veremos un ejemplo práctico. Un tipo al que conozco bastante bien ha recopilado los sms que intercambió con una de ellas. Se ha respetado escrupulosamente la escritura y la puntuación, así como las horas y días de la semana en que fueron enviados los mensajes. Se ha cambiado únicamente el nombre de los implicados para preservar su privacidad. El texto de los sms se comenta posteriormente para sacarles todo el jugo y puedan los neófitos en tales análisis disfrutarlos al máximo. Los comentarios están escritos en primera persona para dotarles de mayor expersividad, no por otra cosa…

Chico conoce chica un sábado noche a altas horas de la mañana y bajo los efectos del alcohol. Después de una charla de pocos minutos se intercambian los móviles y quedan en quedar, que es lo que se lleva ahora. Al día siguiente él no recuerda bien la cara de ella, pero sí recuerda que no le causó mala impresión. Decide mandarle un sms, que para eso le sacó el móvil, siguiendo la teoría al pie de la letra (consúltese, por ejemplo, el artículo titulado “SMS”, del mismo autor que este).

DOMINGO

21:03
Kevin: Hola Carmina! Anoche me pareciste un encanto. Acabaste muy tarde? Nosotros un poco. Esta semana te llamo para tomarnos algo tal como quedamos. Un beso. Kevin.

Breve análisis: Se la llama por su nombre, para que vea que lo recuerdas. Piropo, para ver si hace efecto. Grueso del mensaje: interesarse por ella. Sentencia que no deja resquicio de escapada: esta semana quedamos porque tú lo dijiste anoche. Despedida afectuosa. Nombre, porque ella seguro que no recuerda el tuyo. Un clásico.

21:47
Carmina: Hola Kevin..gracias x lo d encanto..anoche m fui dl bisu a casita q estaba cansada,ya viste..y tu?un bsito

El “gracias por lo de encanto” demuestra que el piropo ha surgido efecto. Luego rollito de relleno. La clave el mensaje es: “y tu?” Hace pensar que puede haber tema. No dejarse embaucar por el “bsito”. Las niñas son así, ponen un “bsito” a todo el mundo, igual que ponen un círculo pequeño en lugar de punto sobre las íes cuando están en la edad del pavo.

Otras notas: Escribe como una quinceañera cuando tiene casi treinta. ¿Por qué dos puntos suspensivos en lugar de tres?

LUNES

Ante la respuesta anterior uno se anima. Llama. Ella lo coge y después de dos frases tipo “holaquetal” se corta la conversación. Mensaje táctico para ver si ha colgado o si realmente se ha acabado la batería. Para esto se inventó el acuse de recibo.

21:17
K: *n#Supongo que te habras quedado sin bateria. Espero que podamos hablar en otro momento. Un beso.

El mensaje de confirmación llega unas tres horas después, lo de la batería parece cierto. No llamar más. Mañana se intenta de nuevo.

MARTES

No me encuentro con fuerzas para llamar.

MIERCOLES

Llamo, suena y no lo coge. Pienso que evidentemente pasa de mí completamente. Aún así nunca debe desdeñarse un último intento. Sobre esto hay todo tipo de opiniones, conozco quien por menos ha tirado la toalla, ahorrándose una gran cantidad de dinero. Tiro la última piedra, no vaya a ser que…

20:35
K: Te he llamado porque como ayer se corto queria hablar contigo. Dame un toque o mandame un sms si tienes un rato. Un beso.
Kevin.

Ahí va eso… Al no llegar la respuesta en el tiempo prudencial esperado se da por terminada la relación, con gran pesar. A rebuscar en la agenda para ver qué otra ha de pagar los platos rotos.

JUEVES

11:00
C: Hola Kevin.. perdona qm pillast anoche con la colada,ahí tendiendo ropa,sin saldo y q la bateria no m aguante ls llamadas,q tngo l movil n la 3ª edad… vaya impresión t estaré dando!qtal tu?..

¡Coño! Mensaje totalmente inesperado. Pide perdón, cuenta una historia sobre tender que de tan ridícula tiene que ser verdad y encima se preocupa por la impresión que estará dando… Todo muy raro, esto empieza a ser una novia formal de SMS, que te cuenta sus cosas más tontas sin venir a cuento. Mala espina. Pero parece que entra al trapo. Habrá que ir a saco (ella se lo ha buscado con el “qtal tu?”), pero siempre hay que ir de púter, que si no se ríen de ti, así que se espera un tiempo prudencial antes de responder.

16:28
K: Hola Carmina! Aquí currando, menos mal que ya mañana es el ultimo dia. Pensaba llamarte para tomar unas cañas esta tarde, pero como tu bateria no aguanta te invito por sms. Sobre las 9 te parece? Un beso.
Kevin

Toma esa. A medir tiempo de respuesta y a ver qué dice.

16:39
C: Gracias x la invitacion Kevin..pro s q soy una niña buena hasta l finde,q ya salgo x madrid..q no t lo dije,vivo en san sebastian..d ls reyes..podemos vernos l finde si quieres..qt parece?

Buen tiempo de respuesta. Buena cintura para no quedar. Propone verse el fin de semana, parece una buena línea. Respuesta de golferío, que ya está bien de tanta política corrección…

De nuevo abundancia de dos puntos suspensivos, a esta tía le pasa algo. Ojo al chiste de “san sebastian..d ls reyes..”

18:45
K: Me parecen bien dos cosas: Que seas buena hasta el finde, lo que significa que el finde seras mala…La segunda es que me parece bien quedar el finde. Ya quedamos mañana o pasado. Besos preciosa.

Pésima redacción, pero no se puede intentar ganar el Nobel en cada sms.

VIERNES

19:23
K: Hola guapa! Por fin estoy de vacaiones! Asi que habra que salir un rato. Por donde sales hoy? Podemos coincidir y tomarnos algo. Un beso

Ataque sin tregua.

21:59
C: Asi qd vacaiones?q suerte..x dond vas a salir tu?yo todavia no lo se

En principio parece interesada: “x dond vas a salir tu?”

22:58
K: Voy a salir con unos amigos por martinez campos. Cuando sepa un sitio te mando un sms o mandame tu uno cuando sepas donde iras. Besos

23:43
K: Hemos salidos dos chicos muy guapos. Nos vemos en Causeway sobre la 1? Un beso

00:36
C: Causeway?dond esta?.. pues sq al final no h podido salir y aquí stoy cn l un,dos,tres..espero salir mañana y q podamos coincidir..pasadlo bien..un bsito

Empiezo a sospechar. ¿Si no vas a salir para qué quieres saber dónde está Causeway? ¿Qué haces un viernes viendo el “Un, dos, tres” con la edad que tienes? De nuevo más puntos suspensivos dobles. Esta tía no quiere quedar, pero además es un poco tontita, ¿no? Insiste en querer coincidir. No entiendo nada. Es decir, el camino habitual.

SABADO

20:34
K: Hola Carmina! Por donde saldras hoy? A ver si nos vemos… Un beso

21:22
C: Hola Kevin..qtal anoch?creo q hoy repetimos n Bisu..y tu?q haras?..bso

De nuevo interesada, de nuevo no entiendo nada.

21:29
K: Tengo un cumple, luego si me paso te doy un toque. Si no coincidimos podemos tomarnos algo mañana por la tarde, como lo ves?

Lo cual significa: prefiero golfear hoy con mis amiguitos y mañana a solas tu y yo ya veremos.

21:42
C: Vale,m parece bien. Un bso

¿Qué es lo que te parece bien? ¿Qué te dé un toque o que nos veamos mañana?

1:36
K: Hola guapa! Estamos en 100x100, y tu? Besos

2:39
C: en Bisu..qtal va l cumple?..dond sta l 100x100?..bsito

Me pregunta por el cumple, es decir, se entera de lo que le hablo y muestra interés. Esto es muy raro. Por otro lado “Cien por cien” está a puerta con puerta con Bisú, esta tía no se entera de nada. Perfecto.

2:43
K: El 100x100 esta a 1 metro de Bisu. En un rato estamos alli.

La suerte del enano, que fue a cagar y se cago en la mano: el hijodelagranputa del puerta nos tira. Nunca lo confesaré. Mensaje con mentira piadosa.

3:28
K: Hay una cola infinita y me llevan a Confidencial, en eduardo dato. Me da que hoy no nos vemos. Mañana por la tarde te invito a un café, que tengo ya ganas de verte. Un beso preciosa.

No hay respuesta, mal rollo.

DOMINGO

16:03
K: Hola! Que tal ayer? Nosotros acabamos un pelin tarde jeje. Quedamos esta tarde sobre las 6? Conozco un sitio muy chulo para tomar cafe. Besos

16:49
C: Halo Kevin..yo tb acabe tarde ayer, dl bisu nos llevaron al moma..y luego a desayunar..tb m conozco un sitio chulo xra un café…bsito

Dos cosas: “nos llevaron” ¿Quiénes son esos hijosputa que os llevaron? La segunda: ¿“tb conozco un sitio muy chulo xra un café” es un sí o un no? Madre mía, una noviasms de libro. Se lo pondré más clarito, a ver si apretándole las clavijas se define, en un sentido u otro, que a estas alturas ya me da igual.

16:58
K: Vale, yo elijo la hora y tu el lugar. A las 6:30 donde tu digas, ok? Tienes bateria suficiente para que te llame?

17:30
C: Tngo 2puntos d bateria,se m cortaria… y la verdad sq llevo dsd ls 2d la tard cn una bolsadagua calient n la spalda x una contractura o lumbalgia,o no se..l caso sq no m puedo mover..gracias x la invitacion..prefiero ser sincera..espero q nos veamos otro dia..un bso

Hasta los huevos me tienes, niña. Recurro al pitorreo a ver si así espabila y me manda a tomar por culo. Nótense los dobles puntos suspensivos en mi propio mensaje. Lo de la “bolsadagua” tiene que ser cierto porque ni la mente más perversa podría urdir una excusa así. Se ha lesionado follándose al hijoputa que la llevó a desayunar. Cristalino.

18:17
K: Que habras hecho para hacerte una contractura, lumbalgia o lo que sea..? Que te mejores y ya me llevaras a ese café tan chulo. Un beso justo ahí.., en la contractura o lumbalgia o lo que sea, para que se te cure..

No espero respuesta.

19:08
C: Gracias!..ya m siento un poco mejor.. :> bso

Esta tía es gilipollas o el gilipollas integral soy yo.

LUNES

Un táctico, para ver como anda la cosa.

19:32
K: Que tal tu espalda bonita? Yo aquí de cañas en una terraza. El miercoles me piro a Budapest, tu vas a algun lado? Besos

20:36
C: Q suerte!..mi espalda va mal,mañ voy al médico,q hoym he hecho la remolona,pro lo veo ‘serio’.. ya veo q tu d lujo,eh?hacs bien..bso

Me está cansando antes de haber quedado con ella, el día que quede, cosa que dudo, los bostezos pueden ser de impresión.

MARTES

Preparando la cita para después, porque esta me ha tocado tanto los huevos que no puede escaparse viva.

22:03
K: Hola Carmina! Te llamaba para ver que tal tu espalda pero veo que tu movil no tiene remedio. Te dare un toque cuando vuelva de Budapest. Pasatelo muy bien estas vacaciones. Nos vemos a la vuelta. Besos

23:43
C: Gracias Kevin…creo q xra tu regreso mi espalda estara mejor..mi movil tb, le tngo preparado un transplant d bateria…disfruta n budapest..un bsito

¿Esto es que quiere que la llame cuando vuelva? Lo dudo. Aún así lo haré.

LUNES

Otro táctico, a ver como anda el asunto. Si responde correctamente la llamo. No le digo dónde he estado a ver si se acuerda. Además añado un poquito de pitorreo (dos puntos, lumbago o contractura y que no me llame ella a mí porque tengo poca batería)

21:09
K: Hola Carmina! Ya he vuelto a Madrid. Ya estas bien de tu lumbago o contractura?.. A ver si quedamos antes de que se nos olviden nuestras caras.. Por ejemplo esta semana. No me llames que tengo un punto de bateria, ya te llamo yo mañana. Besos. Kevin

22:18
C: Estoy ya recuperada,si…qtal n Budapest?espero q bien..un bsito

Dimito. ¿Qué significa ese “si”? ¿Realmente quiere que le cuente qué tal en Budapest (por cierto, ha recordado dónde estaba)? ¿Qué quiere esta tía?

Después de esto, creo que queda ilustrado suficientemente qué es una noviasms y cómo se comporta. ¿Si no quiere nada porque no lo dice o simplemente no responde a los sms con preguntas que inducen a enviar otros? ¿Si quiere algo por qué no muestra más interés? ¿Realmente es un poco tontita o se lo hace? ¿Hasta cuándo puede prolongarse esta situación? ¿Por qué usa dos puntos suspensivos todo el rato en lugar de tres?

Hoy martes estoy agotado. No sé si la llamaré o me daré definitivamente por vencido…ya estoy marcando.

Viajar en taxi con personalidad

Durante mucho tiempo alimenté a varias familias sustentadas por un padre de familia taxista. Y es que antes de comprarme un coche viajaba mucho en taxi, pero mucho, me decían mis conocidos. Ahora ya no cojo tantos y lo echo de menos. No por el precio, sino porque desarrollé una costumbre durante esos añorados viajes, y ya no la practico.

La mayor parte de la gente cuando sube a un taxi sufre. Es algo que crea mucha ansiedad, más si es en una gran ciudad. Primero tienes que pararlo, eso si aparece, porque a veces, hasta que llega… Los taxis, en general y evitando a los viajeros compulsivos como yo, se cogen en contadas ocasiones en las que, por alguna causa, tienes prisa. Así que antes de montarte ya estás en tensión, y el taxi que no aparece… Aún así las cosas se pueden poner peor, porque puede haber competencia en la acera, cabrones sin escrúpulos que intentan colocarse en posición ventajosa para arrebatarte tu taxi. Hay todo tipo de triquiñuelas, como mejor se aprenden es habiéndolas sufrido. Yo sé mucho porque me han birlado muchos esos cabrones.

En fin, que te montas atacado. Te sientas, pero no te relajas, ni mucho menos. Le dices donde quieres ir, a la defensiva, porque tienes la impresión de que como no parezcas un avezado viajero te la va a jugar en cuanto pueda. Así que a fingir que te conoces Madrid mejor que él, que a ti no te la pega, aunque no tengas ni puta idea de ir. He aquí el origen de mi afición: fingir frente al taxista, divertidísimo.

Pero sigamos. Una vez le has dado la dirección y unas directrices para que no te dé varias vueltas a la M-30 antes de dejarte en tu destino, llega el peor sufrimiento. Tenso como te hallas, sólo piensas en lo que harás una vez bajes del taxi. Pero no, el tío no te deja. Se pone a hablarte. Madre mía, qué suplicio. Tienes varias opciones según tu estado de ánimo: callar con cara de odio, decir “mmm” de vez en cuando a la vez que asientes con la cabeza o seguirle la conversación metiendo baza como puedas con un “diga usted que sí”.

Yo me harté y me rebelé. Así que decidí comenzar a fingir personalidades. Tengo tremenda afición. Mi favorito es el futbolero del equipo contrario, los saca de quicio. Me encanta que se vayan cabreando solitos, metes la puya y luego indiferencia, no falla. Mi objetivo último es que estén tan cabreados que me echen del taxi y me salga gratis la carrera, pero he de confesar que no lo he conseguido aún.

Hacerse pasar por pepero o sociata para llevarle la contraria es bastante fácil, me aburrí enseguida. Es mejor hacerse pasar por más pepero o más sociata que el propio taxista. La lengua me tenía que morder a veces, para no reírme.

Un tema muy bueno es preguntarle si se liga mucho en el taxi. Todos empiezan con modestia, pasan a el “porque yo no quiero”, luego al “ahora no, pero cuando era joven” y finalmente con el “mira, te voy a confesar que…” Si la carrera es larga te puedes morir de la risa. Recuerdo que uno me contó dónde escondía los teléfonos de las presuntas clientas para que su mujer no se los pillara… Sacó un burruño de papeles arrugados y garabateados de un rincón del salpicadero. Qué dinero más bien pagado el de esa carrera.

Otra muy buena es fingir que haces una llamada al móvil y empezar a decir barbaridades, contándole a un amigo que te has tirado a la mujer de otro amigo, o que te lo montas con dos a la vez, depende de lo inspirado que tengas el día y de los ojos como platos del taxista. Intenta poner cara de póker, pero te observa por el rabillo del ojo a través del retrovisor. Está en el bolsillo, ya puedes colgar. Ahora le comentas la llamada, agregando nuevas burradas y contándole las que vas a hacer cuando te bajes del taxi. El tío se lo pasa en grande sonsacándote. Intentará contarte historias de juventud, pero tú no te dejes. Una variante es contarle de dónde vienes y lo que has hecho, depende de la hora.

Hay muchas más personalidades que se pueden fingir. Improviso según el día y el tipo de taxista. Otra muy buena es la de meterse con su coche o ponérselo por las nubes, para luego, cuando esté diez centímetros por encima del suelo, hacerlo caer con estrépito: “no está nada mal para usted”, porque a los taxista se les trata siempre de usted.

Los taxistas te abruman con sus peroratas si te dejas, yo ya tuve mi ración, por eso decidí vengarme. Ahora al montar en taxi ya no sufro, ya no voy tenso y me divierto mucho, cuestión de supervivencia. Hay que subir al taxi con personalidad, aunque esta cambie de un día para otro. Anímense amigos.

La década sin nombre

El otro día me invitaron a una fiesta. Fui invitado muy de rebote, no conocía a la anfitriona, ni el motivo del festejo, lo cual siempre es un aliciente, porque si conoces a todo el mundo ya sabes cómo va a ser. En este caso, la incertidumbre alentaba a la esperanza: uno, que es optimista desde pequeñito. “Además habrá, en principio, más mujeres que hombres”. Resulta que uno además es escéptico, desde la infancia también.

Así que allí nos plantamos, con nuestras mejores galas, nuestra sonrisa de pillar y nuestra botella de whisky. Tengo un amigo que amaba a su guitarra, la abrazaba diciendo: “Estas son las curvas más fieles”. Las curvas de la botella son igualmente fieles, a falta de otras.

En un primer vistazo la fiesta promete. Nos presentan a un montón de señoritas (algunas con edad de ser señoras) y a algún caballerete (ni caso, claro). Nos hacemos con una copa en tres tiempos: 1) consigue un vaso, 2) échate el hielo, y 3) sírvete la copa. Ahora sí, ya ha terminado el protocolo y estamos de lleno en la fies. Un primer vistazo y a comenzar con el “holaquetal”.

En el primer reconocimiento una cosa salta a la vista, cada uno es de su padre y de su madre. Parece una fiesta de los 80, estás allí porque te han invitado, pero te podrías haber colado y nadie te diría nada. Hay de todo, desde extrapijos con su camisa de supermarca hasta un tipo con el pelo amarillo (no rubio, amarillo). Todo el mundo conoce a dos personas, a la que le ha hecho llegar hasta allí y a quien le acompaña, y poco más…

Los vasos pequeños de plástico tienen dos características que los hacen peligrosos. Una, son pequeños y te los terminas enseguida. Dos, no son tan pequeños y acabas bebiendo más de lo que piensas. Así que después de tres vasitos estás funcionando al máximo nivel. En un momento me veo repartiendo fichas a tres mujeres simultáneamente, pim, pam, pim, pam. “¿Y tú a qué te dedicas?” Me dice una. Un amigo me aconseja que, en estos casos, responda que soy capitán de fragata porque, dice, la gente se queda perpleja y no pregunta más. Pero a mí es que no me sale mentir, y así me va. Le comento que trabajo en el sector aeronáutico, y ahí es donde la cago. “Uy, pues a mi amiga le encantan los aviones”. Dice señalando a la esfera de radio pequeño que tiene por amiga y que han traído rodando por el pasillo. “Mira, este chico trabaja con aviones, con lo que a ti te gustan”. Guiño, guiño. La esferita, con cara de incredulidad, porque no se entera de qué va la vaina responde que bueno, que sí, pero no especialmente, vamos que no. Menos mal, me libré de la encerrona. Entonces salta la otra, la rubia, la que faltaba: “Oye, pues mi hermano quiere ser controlador aéreo, ¿tú qué opinas?” Y como uno no puede decir siempre lo que piensa, miente descaradamente mientras de su cabeza no se va la idea: ”irse de aquí, irse de aquí, irse de aqu텔.

Mientras mistifico a la rubia, no paro de mirar a mí alrededor, para decidir hacia dónde encamino mis pasos. Me pongo otra copita y me quedo unos segundos en tierra de nadie. De pronto llega el tipo del pelo amarillo (no rubio, amarillo) me coge un pico del cuello y me dice “me encanta tu camisa, tío”. Durante una fracción de segundo me quedo pálido y tembloroso. Me rehago y con cara de póker intento librarme de él antes de que sea tarde. “Gracias tío, pero pasa, pasa, no te quedes ahí”. Y enseguida le grito a mi amigo dándole la espalda al del pelo amarillo: “¿Te pongo una copita a ti también?” Tácticas avanzadas de evasión. Después de esto me siento mucho más como en una fiesta de los 80, ha vuelto la Movida y aquí estoy yo en pleno epicentro…

Mientras selecciono presas futuribles hablo con la improvisada DJ, que se ha metido al sector femenino en el bolsillo con “La oreja de Van Gohg” y esta conquistando al masculino con Bisbal… Le comento que si no tiene algo más, no sé, no tan OT. “Ahora te pongo algo”. “Gracias”. Vuelvo con mis amiguetes y me hacen un informe rápido sobre la soltería que nos circunda. Valiosa información. Una copita más y me pongo a funcionar…

De pronto la música se detiene y nos informan de que hemos de irnos, que los vecinos se quejan. Nos vamos todos a un bar de supermoda regentado por un ex-GH. “¡Madre mía, pero si no es de día!” Esta es la fiesta más corta del mundo, que manera de cargarse el rollito ochentero. No me lo explico.

Una señorita con edad de ser señora me interroga acerca del nuevo destino. La informo. Me pide hueco en el coche. Si me gustase la llevaba en mis rodillas, como no es el caso la espeto: “Yo a ti te llevaría donde me dijeses, pero habla con el dueño del coche”. Y huyo con sonrisa de plástico.

Al llegar al antro de supermoda la década sin nombre que nos ha tocado vivir nos cae encima con todo su peso. Fiesta de no sé qué para la que hay que pagar una pasta, pero con consumición ¡ojo!, en un garito GH. Entramos, qué remedio, porque nos prometen que viene todo el mundo. Cola para pagar, cola para el ropero, cola para pedir, al ritmo ineludible de las canciones más OT. Grupos de cazadores al ataque y presas a la defensiva, todo muy tenso, muy de mentira. ¿Dónde está la Movida?, ¿dónde la fiesta ochentera? Adiós al buen rollito de: no conozco a nadie pero acabaré conociendo a todo el mundo bajo etílicos efluvios que nos embriagan de amistad, cuando menos… Me cago en esta década sin nombre.

Lo mejor es que no sé de lo que estoy hablando porque, lo peor, es que yo no viví los 80.

Hastío

Hastío: No tienes nada que hacer y no sabes qué hacer para tener algo que hacer porque nada de lo que se te ocurre hacer te motiva para hacerlo. Si te ocurre un sábado por la tarde está mal, si te ocurre un lunes por la mañana esta peor, si te ocurre varias veces en semana es peor aún. ¿Y si en lugar de sucederte de vez en cuando, como a todos los mortales, te sientes así permanentemente? Da miedo, ¿verdad? Puede ser peor. Añade la sensación de que lo que no hagas el sábado por la tarde ya no podrás hacerlo. Ahora se te ha puesto un nudo en el estómago. ¿Quieres tener sudores fríos? Imagina que descubres que lo que has hecho hasta el viernes no sirve para nada. Lo hiciste sin pensar si era lo que tenías que hacer, sólo te dijeron que sí lo era. Pero no hablamos de un sábado por la tarde, te sientes permanentemente hastiado, asustado, con un nudo en el estómago y con sudores fríos. Rozas el pánico. Intentas hacer algo en lo que no crees del todo para salir de la espiral y no te sale bien, sigues sintiéndote igual. La iniciativa se vuelve desconfianza. El pavor te petrifica y la desconfianza te vuelve frágil. Me dicen que es por mi edad, que después se pasa. La juventud es osada y no cree lo que le dicen. Arguyen múltiples razones porque más sabe el diablo por viejo… “ya verás, encontrarás lo que buscas” Si no busco nada, o sí, pero no sé el qué. Ves como la gente va encontrando cosas que les hacen felices o deja de buscar y se resigna con lo que ha conseguido hasta ahora. ¿Los que parecen felices lo serán de verdad o es que llevan su resignación con mejor humor?, ¿o es que viven en un tiempo anterior al sábado en que comenzará su hastío?, ¿feliz resignación es un eufemismo de infeliz consciencia?