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Nocturnidad y Alevosía

Una aguja en un pajar

Hoy he llegado al trabajo más pronto de lo habitual. No he dormido bien y me he despertado antes de que sonase el despertador. ¿Será el calor o es que me hago mayor? Soy un lirón, piensan algunos, pero en realidad no duermo tanto, es que me acuesto muy tarde porque no me sale acostarme antes. Me gusta la noche, ¿o será la edad? No sé. El caso es que charlando en el café matutino (muy matutino) una secretaria me hizo pensar con su comentario: “será la mala conciencia, que no te deja dormir”. Lo normal es un jajajá y continuar con la conversación llena de obviedades intercaladas de largos silencios que veníamos manteniendo. Pero como uno es sensible y además lo está (¿será de nuevo la edad?) pues cualquier cosa le hace ponerse a pensar. Así que en vez de rellenar con un encefalograma plano uno de esos largos silencios me interrogo acerca de qué aviesas ideas no me dejaron anoche dormir. En un rápido repaso descubro que son muchas y variadas, pero ninguna nueva. Siempre que no duermo pienso en lo mismo. Se puede resumir con la frase del anuncio ese de la radio de la esposa cuyo marido ronca como una fiera y le dice a su amiga del alma: ”y es que no sé qué hacer”. Me encanta la entonación que usa, es la clave del anuncio. Pero me gusta más el que ponen siempre a las 7:12 sobre un producto laxante. Con un ritmo pegadizo canturrean: ”No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy…”. Qué genio el publicista al que se le ocurrió. Ahora bien, al hijo de puta que decidió programarlo para las 7:12 habría que colgarlo de un pino. Cuando lo oigo me imagino al tío haciendo fuerza y jodido, claro. Y luego con su laxante tan feliz. Lo malo es que feliz significa aliviándose sin freno, y empezar la jornada laboral imaginándose a un tipo vaciándose pues no me gusta, así que a las 7:11 cambio de emisora. ¿Es necesario anunciar estas cosas? Quiero decir, si estás estreñido te buscas la vida. Los laxantes no son bienes para los que hay que crear una necesidad que te haga consumirlos, como la coca cola. Tampoco creo que el mercado del laxante sea tan competitivo como el de los refrescos. Pero yo de publicidad y marketing no tengo ni idea, como de tantas cosas.

Pero vamos, que lo que me ha quitado el sueño la última noche, así como las dos anteriores mañanas (porque los fines de semana me acuesto un poco tarde) ha sido, como todos ustedes sospechan, una mujer. En realidad no ha sido una mujer. Me explico. Mujeres hay para aburrir. Incluso mujeres que te puedan gustar, por muchas razones, hay también un montón. Cada día me encuentro un puñado de mujeres que me gustan. Pero eso es, además de por la edad, por ser varón heterosexual. No me refiero a esto. Son tías que te gustan porque te tienen que gustar, pero que en el fondo te dan completamente igual. Sin embargo, de vez en cuando, encuentras una aguja en el inmenso pajar que es la noche madrileña. Te das cuenta por un cúmulo de detalles de que has encontrado una aguja de esas. Primero observas en general y no te disgusta. Luego la miras con detalle y ves que su sonrisa, sus ojos, su pelo y su forma de vestir son de tu agrado, en sí mismos y por lo que de ella cuentan. Pero todo esto no es suficiente. Después la oyes hablar y te encanta como lo hace. Más aún, lo que dice, y cómo lo dice, amén de lo que hay detrás para que diga esas cosas. Tiene una conversación interesante y divertida. Todo en ella resulta muy natural, alejada del montón de petardas que abarrotan las calles. Así que es bonita, interesante, divertida y natural. ¿Es esto suficiente? No, falta un requisito indispensable. Hasta este momento sólo es una chica que mola un poco más que las demás, quizás porque tenga contigo más cosas en común que otras. Lo que la distingue por encima de otras es que sin quererlo se te pone cara de tonto y toda tu labia y verborrea se diluyen en leves balbuceos. Esto es lo que me quita el sueño. Acostumbrado a bregar con un rebaño de petardas, cuando aparece una chica como ella, me desmonto y se me cae la armadura del desparpajo junto con el alma, a los pies. Así que lejos de parecer inteligente, divertido o natural, sale el niño tímido que llevas dentro. Porque aunque ustedes no lo crean uno es tímido, cada día más. Y la cara de tonto no se te quita porque cada vez que se te ocurre decir algo lo piensas y repiensas antes de soltarlo, no vaya a ser una tontería, lo cual no hace sino comenzar una espiral de autodestrucción que hay que cortar de raíz cuanto antes si quieres llevar el asunto a buen puerto. La teoría para salir del torbellino está clara: “soy así, si no te gusto no hay nada que podamos hacer, así que no hay razón para preocuparse”. La teoría siempre es más fácil que la práctica.

En fin, tengo su teléfono, lo cual hoy en día no significa nada, como tantas veces ha quedado demostrado. Pero la voz del anuncio resuena en mi interior en los duermevelas o infinitos silencios matutinos: “…y es que no sé qué hacer…”. Con las agujas en general y con la última que encontré en particular.

3 comentarios

Bego -

Pues si has encontrado una "aguja especial", 1º analízala detenidamente con pinzas, 2º esterilízala (x si está infectada), 3º procura no dar puntadas sin hilo, 4º y último, si todo va bien, deseo que ambos confeccioneis un majestuoso bordado. (de costura no creo k sepa mucho + k tu, tmpoco pretendo ser una sastrecilla valiente...sólo ánimo y al toro)

dececeta -

Alberto, está escrito en lunes y pone: "...lo que me ha quitado el sueño la última noche, así como las dos anteriores mañanas...". Por tanto, sólo hace falta contar, los hechos ocurrieron antes del sábado noche. Por otro lado, es sabido que me gusta jugar con mi móvil...

Alberto "The Great" -

No la conocere yo? Porque el sabado te vi "jugando" en un momento con el telefono... Por cierto, cuando nos fuimos no te encontre y no me pude despedir. Espero que sepas perdonarmelo.