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Nocturnidad y Alevosía

Clase media

Una característica de los países subdesarrollados es que no tienen clase media. Unos pocos acaparan toda la riqueza y la gran mayoría son pobres como ratas. Pasar de pobre a rico allí es prácticamente imposible, unos pocos lo consiguen sólamente. Y tú, un pobre tipo de clase media de país del primer mundo, vas allí con tu sueldo de tres al cuarto y se te cae el alma a los pies y la cara de vergüenza. Pero sólo un rato, que estás de vacaciones. Mejor te amargas a la vuelta.

Llega el día diado. Vuelta a la rutina, al frenesí sin sentido, al atasco eterno. Es mentira que los años comienzan el primero de Enero. Comienzan el uno de Septiembre, independientemente de cuando terminen tus vacaciones, si las tienes. Los buenos propositos de Enero; “año nuevo, vida nueva” dice el refrán; se acaban en cuanto comienza la cuesta del mismo nombre. Los de Septiembre duran un poco más, pero se quedan igualmente en propósitos. Aún así todos los hacemos. Hay que ponerse objetivos, para ir tirando.

Este año un grupo de amiguetes y yo nos propusimos ir al gimnasio. Nos propusimos ir, porque alguno ya estaba apuntado. Es un firme propósito, veremos lo que dura.

No queremos darnos cuenta, pero para según que cosas somos personas provectas. El primer mundo es lo que tiene, que genera treintañeros con sobrepeso. Éste es proporcional a las horas que pasan sentados ganándose su sueldo de tres al cuarto, las cañas y/o copas que beben para rebajar el nivel de estrés que les provoca el trabajo que engorda sus cuentas corrientes y barrigas. Y el poco tiempo que todo esto les deja lo pasan conectados de algún modo a mundos virtuales tales como el móvil o el ordenador, el cine en el mejor de los casos o su sucedáneo el dvd, para aumentar sus agendas o aislarse de ellas, según cada cual. El caso es que para hacer deporte queda poco tiempo.

Entonces llega el monitor del gimnasio y te pregunta que cuánto tiempo llevas sin hacer nada. La verdad es que si lo pienso llevo dos años ininterrumpidos de copas, pero eso no se lo dices, así que sueltas un “pufff”. Y él te entiende perfectamente. No eres el primero. El tío no me pareció mala persona, un poco gilipollas sí, pero no era malo. Digamos sincero sin tacto. Yo creo que debería habernos devuelto el dinero y dejar que fueramos a casa o de cañas, que lo nuestro no tiene ya remedio. Pero deber ser que sí que lo tiene, o que nos quiere sacar los cuartos, que no deja de ser su trabajo. Ya veremos.

“Veinte minutitos de ejercicio aeróbico para empezar”. Y digo yo, ¿tiene que llamarlo así? No puede decir bicicleta. Si quiere ponerse un poquito técnico que diga bicicleta estática. Es como si fuese yo aeronáutico y fuese por ahí hablando de aeronaves en lugar de aviones. O como si fuera yo ingeniero de montes y diera la tabarra a mis colegas con la codominancia de las especies en las laderas de las montañas. Este monitor además de no tener tacto es un poco pedante…

Fue entonces cuando lo vi, en pleno ejercicio aeróbico, subido en mi bicicleta estática observando al personal que me circundaba y, claro, me entró el pánico: en los gimnasios no hay clase media, como en el tercer mundo. Están los supercachas y las superpolvonas y luego una troupe de gorditos y gorditas. No hay gente normal, no hay clase media. ¡Madre, madre!

Apelemos al raciocinio o me cago por las pencas. Vale que nunca llegaré a ser un supercachas, pero para ser supercachas ha de empezarse como mínimo por ser normal. ¿En qué gimnasio se empieza a ser supercachas o superpolvona? ¿Dónde empieza la gente normal? ¿Dónde está? Entre fuera de forma y supercachas debe haber gente normal, ¿por qué no la veo? ¿Son los gimnasios un sistema de castas como en la India?

Tengo miedo.

1 comentario

marisa -

que digo que si puedes poner un fondo de pantalla blanco, o al menos más clarito, que me dejo los ojos cada vez que leo tu blog, esta miope te lo agradeceria eternamente. Nos vemos el 24?