Blogia
Nocturnidad y Alevosía

De juguetes y niños

Estaba muy contento con su juguete nuevo. Había jugado con otros del mismo estilo y algo sabía sobre cómo funcionaban. Eran complicados, cada uno con sus mecanismos especiales que había que descubrir, pero eso era lo que hacía divertido jugar con ellos. No se puede perder la paciencia pues se corre el riesgo de romperlo y quedarte sin él. Conforme van encontrándose los secretos engranajes y nuevas funciones cada vez es más divertido jugar. Finalmente, con tiempo, se entiende perfectamente el juego, se deviene en maestro y se disfruta de él al máximo.

Hay quien opina que una vez que dominas algo te aburres. Ocurre así a veces, es cierto. Estos juguetes también tienen su corazoncito, y si el niño se aburre y ya no quiere jugar más, lo pasan mal. Creo importante aclarar que me gusta ser simultáneamente deleitoso juguete y niño curioso, no puedo evitarlo.

Encontré siendo niño un singular juguete. Escondía con gran celo sus más íntimos resortes, lo cual a priori es cautivante. Mas cuando descubrí la razón quedé asombrado. Aseguraba que tan pronto el niño curioso los descubriera, se cansaría del juguete y lo abandonaría hastiado. Ignominioso razonamiento, pues no puede saberse de antemano si tal desgana llegará, pero más importante aún ¿merece la pena prolongar artificialmente el proceso por miedo a que al final del camino encontremos el tedio? Más aún, si tan seguro se está de que esto sucederá, ¿qué sentido tiene prolongar la dulce agonía?

No se sabe nada nunca. Cuando por fin se sabe, puedes ignorarlo o tomar una decisión, lo que menos fuerzas requiera. Pero cuando no se sabe no merece la pena, en mi opinión, vivir coartado por el miedo a eventuales sucesos. Dejémonos llevar, disfrutemos un poquito mientras podamos. Cuando ya no podamos más, veremos lo que hacemos. Seamos niño y juguete, intensamente, cada uno a su ritmo, pero sin cortapisas.

0 comentarios