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Nocturnidad y Alevosía

70-30 o cómo ligar en el trabajo

Estadísticas. Sempiternas. Debería cambiarle el nombre al blog. Me comenta un conocido que ha leído no sé dónde (ni él lo sabe, estoy seguro) que el 70% de la gente se ha liado con alguien del trabajo. ¿Y esto es mucho o es poco? Es mentira, de momento. Pero es un número, así que podemos dar vueltas a su alrededor tanto como queramos. Lo que digamos no alterará su magnitud, lo que nos lleva directos a darnos cuenta de que da igual qué número sea, lo que nos gusta es hablar por no callar. Hablemos pues.

Mucha gente (esta sentencia es tan imprecisa como decir un número, pero te ata menos) se lía con compañeros de trabajo. El concepto liarse es tan amplio que podemos meter en ese saco casi todo, hay quien mete miraditas, porque no puede meter más. Las miraditas son un buen comienzo, si hay suerte se convierten en tensión sexual, de ahí se pasa a una cita en un café, y si la chica no te aburre mucho pasas del 30 al 70 entre la segunda y la tercera caña. Aunque no siempre hay tanta suerte… ¿De qué me suena esta historia?

Los directivos de empresas multinacionales suelen tener ideas con las que no comulgo, pero como soy un excéntrico es normal (otra gran palabra hueca, qué día llevo). Una de las ocurrencias que me gustan, sin embargo, es la de organizar cenas-con-fiesta-de-empresa. Las justifican con sesudos razonamientos escritos en un powerpoint con tipo de letra corporativo para que sus diletantes directivos se las financien. Son del estilo de: “un acto social de tal naturaleza incrementa el nivel de identificación del empleado con la empresa y lo fideliza”, seguido de unos porcentajes vanos. Esto significa: “Ponles fácil el pillar cacho y no se van a la competencia”. Todo esto funciona excepto si no te puedes ir a la competencia. Una forma de que no te puedas ir es que esta no exista, y otra, que estés contento con tu trabajo. En un mundo como el de hoy las dos parecen improbables, ¿verdad? Pues en mi caso se dan. Mi multinacional es casi un monopolio a nivel nacional y además se desarrolla una profesión vocacional, así que la gente está encantada de dedicarse a lo que le “gusta”. Afortunados. Por tanto no se fomenta el golferío. Otro factor en detrimento de tal fin es que es un sector que no da muchas ganancias cuando va bien y sí muchas pérdidas cuando va mal. Además casi siempre va mal. A esto los gurús de las finanzas lo llaman sector estratégico, que es más corto. Así que como no da pasta pues la poca que hay no nos la vamos a gastar en fiestecitas para que los empleados forniquen entre ellos en su tiempo de ocio o en la oficina. ¿En qué hora elegí esta profesión? Aprovecho para dar las gracias a todos mis profesores de BUP y COU por orientarme tan adecuadamente.

Hay más cosas. En este país tan europeo que estamos construyendo (la gente de veras lo cree) cada vez hay más mujeres universitarias, signo inequívoco de que vivimos en el primer mundo (hay que oír cada cosa...). El hecho es que cada vez te encuentras menos cromosomas Y por los pasillos. Más aún, la liberalización del mercado y la privatización de la empresa así como el fomento del empleo (inestable) del que se vanagloria este primer mundo ha incrementado sobremanera la contratación de becarios, sobretodo sin cromosoma Y, es decir, becarias… Y aquí queríamos llegar, porque como dice una de las que tengo cerca: “desde Clinton, la palabra adquirió unas connotaciones… diferentes”.

Tenemos más ingredientes. La competencia es brutal y obtener beneficios crecientes fundamental. Un bonito modo de explotación a bajo coste en el que se forran los intermediarios es el creciente fenómeno de la subcontratación. ¿Qué tienen en común una becaria y una subcontratada que las hacen más atractivas que a una compañera de plantilla? Las connotaciones. Una empleada subcontratada es efímera, hará su trabajo por un periodo de meses a lo sumo y se irá, y luego vendrá otra. Un dulcecito en la puerta de un colegio…

Así que si estás en una multinacional monopolística de un sector estratégico que no para de contratar jóvenes becarias y experimentadas subcontratistas, ¿qué debes hacer para pasar del 30 al 70? Pues la labor del departamento de rr. hh., es decir, montar fiestas.

Montar fiestas de empresa es una manera fácil (en próximos artículos del blog veremos si efectiva) de conocer, por ejemplo, a la becaria de la planta baja. “¿Esa de los pantalones pirata con stilettos?”. “Sí, la rubia”. “Madre mía, como venga no respondo…”. “También hay que traer a la de la informática, la del pelo corto… Como sea.” “Y a la de la biblio…” Sí, y a esa de los morritos…”. “Y…” En fin, que sólo proponerlo fue un éxito.

La fiesta transcurrió según lo habitual: la simpatía crece con el nivel de alcoholemia, “ya nos arrepentiremos el lunes”. Una ventaja de este estado de simpatía universal es que favorece las relaciones personales (esta frase me ha quedado de powerpoint corporativo, si es que voy para directivo diletante). Así que después de profundizar en las relaciones personales con el resto del personal, valga la redundancia, incrementando el número de entradas en la agenda del móvil tanto como las virtudes de cada uno le permiten, pues se vuelve uno a casa, sólo o en el coche de alguien si se tiene suerte. Si tienes más suerte no te vuelves a casa…

Llega el lunes y me comenta un amigo, al que conozco bien, que tuvo la oportunidad de pasar del 30 al 70 y que no la aprovechó. ¿Afortunado? ¿Se es afortunado por poder elegir o desdichado por tener que tomar una decisión? Hay para quien la vida es más fácil cuando te lleva, cuando no tienes que elegir, porque no te crea conflictos. Pero facilidad y felicidad están reñidas según para quien. En fin, que el pobre se devana los sesos sobre si pasar al 70 con las consecuencias que puede traer, impredecibles todas, arriesgadas algunas. O vivir en el 30, lleno de cosas que le gustan como responsabilidad, comportamiento correcto, vida ordenada, mente fría… Mi amigo era díscolo y heterodoxo, pero me lo están cambiando, me lo están cambiando… Mientras, la becaria le saluda desde el lunes más sonriente que nunca, y así no se puede…

1 comentario

Alex -

Amigo Kavin, BE Con cuidado por ese camino, que el que a la BECina de oficina le guste el House, no significa que quiera un Houses en su vida. Díselo a tu amigo, al que conoces tan bien.