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Nocturnidad y Alevosía

Fumar mata

Tengo un amigo que es un poco golfo. O eso dice la gente, yo no lo veo para tanto. Total, porque le guste salir de copas y conocer señoritas con las que luego quedar a tomar una caña... Pero ya se sabe que a la gente le gusta mucho hablar.

Esta semana ha quedado con una señorita el miércoles y con otra el jueves. Para tomar una caña, se entiende. Porque el viernes y el sábado, si es posible, es mejor dejarlos libres, para hacer nuevas incorporaciones a la agenda y tener los miércoles y jueves siguientes rellenos sin tener que hacer arqueología telefónica, aunque a veces no le queda más remedio.

Últimamente ha cambiado su modus operandi. Antes las llevaba siempre al mismo café, uno de esos con luz tenue, velita en la mesa y chill out sonando de fondo. El camarero estaba a punto de colgar en la pared una camisa suya a modo de homenaje. Ahora, en un acto a medio camino entre el progresismo y el hartazgo, se deja llevar donde ellas digan, si es que dicen algo, porque hay cada una...

Antes, utilizando todos los recursos que las partidas perdidas le habían enseñado, trataba, con éxito dispar, o no tanto, de rematar en la primera noche. Bien pensado, si después de haberse conocido a altas horas de la madrugada les quedaban ganas de repetir sería por algo y no es cuestión de perder el tiempo. Claro que el ser humano, en su búsqueda de la excelencia convierte cualquier tarea repetitiva en arte, aplicando sucesivos refinamientos creativos. La capacidad de abstracción de la que estamos dotados hace que separemos lo circunstancial de lo esencial para dedicar nuestros esfuerzos sólo a lo último. Vamos, que mi amigo se aburría y ahora lo que hace es, una vez que ha visto que ella está en el bote ( lo esencial), se va a su casa sin intentar siquiera rematar (tarea repetitiva derivada de lo esencial). Llámenle perverso si quieren. Seguramente le encante.

Es un poco como los viajes de trabajo. Al principio de tu vida laboral estás deseando hacer uno. El primero te encanta, el segundo también. A partir del tercero estás cansado. Después lo que te apetece es que te convoquen (lo esencial) pero escaquearte (por tedioso).

Esta semana estaba contento, porque había quedado con dos chicas bien diferentes. Esto promete, se decía. Cada una parece interesante a su manera.

Con la primera fue a la cervecería que ella propuso, encantado. Tomaron unas cervezas y unos pintxos, que era vasca, la cervecería. Y charlaron de esto y de lo otro. Es decir, la conversación giró en torno a los tópicos que en esta década sin nombre rodean a los solteros que rondan la treintena: trabajo, pisos, viajes y juerga nocturna. Mención a parte merece una gran frase que ella dijo: “...ya sabes, es que el tabaco es muy social”. Semejante perla se merece un artículo entero en un blog. La chica era divertida y mi amigo se echó unas risas. Luego tiró un poco de manual, se la metió en el bote y entonces... para casa. Hablamos. Hablamos.

Hay quien piensa que resulta un poco irónico llamar tópicos a los temas de conversación de antes. ¿De qué vas a hablar si no? Imagina que quedas con una roja feminista radical que te habla de federalismos y te explica que el problema no es sólo nominal, sino de concepto, mientras te riñe por tratar de abrirle el bote de zumo de melocotón que se ha pedido, porque ella entre semana no bebe. Hay quien saldría huyendo. Pero mi amigo, a parte de ser un poco golfo, es también un poco raro, y prefiere algo así, por infrecuente, a que le cuenten la misma cantinela de siempre. De hecho se quedó un poco tocado cuando la especialista en federalismos no quiso repetir más.

El jueves quedó con la segunda, muy diferente a la del día anterior, en la cervecería a la que ella le llevó, encantado. Tomaron unas cervezas y unas tostas muy ricas. Y charlaron de lo otro y de esto. Es decir, trabajo, pisos, viajes... Uff, ¿cómo es posible que dos personas tan diferentes cuenten exactamente lo mismo? La chica era mona y de trato agradable, y mi amigo es un profesional, así que a pesar de estar un poco aburrido, cuando salió el tema juerga nocturna, muy bueno para comenzar un ataque, sacó el manual y lo puso sobre la mesa. Estaba con el piloto automático respondiendo “sí”,“ajᔠo “mmm” mientras buscaba las frases más adecuadas en el manual. Entonces ocurrió algo funesto que terminó con mi amigo. Ella dijo: “... ya sabes, es que el tabaco es muy social”. Le entró una risilla floja incontenible, un poco esquizofrénica. Cerró el manual, apuró la caña y pidieron la cuenta. Se despidieron hasta otro día. Hablamos. Hablamos.

Acto seguido me telefoneó: “Tengo una historia para tu blog”

1 comentario

Anónimo -

NO ME LO PUEDO CREER. NO TENGO PALABRAS.