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Nocturnidad y Alevosía

Ciego se cita a ciegas

¿Han estado en una cita a ciegas? Suele ser bastante engorroso, por todo lo que rodea a la situación. Claro que hay gente a la que le va la emoción de lo desconocido. Es menos emocionante que la ruleta rusa, pero tiene su gracia.

Uno que es menos osado y bastante tímido según para qué, prefiere buscarse las habichuelas por sus propios medios. Alguna vez me han metido en una encerrona y lo pasé regular. “Vente a cenar a casa, que vienen unos amigos...” “Bueno, vale”, responde uno ingenuamente. Al llegar, en efecto, había amigos, un número par de amigos y una chica suelta. Basta contar un poco para darse cuenta de que en la mesa hay dos pares y dos nones. Además por casualidad te ha tocado sentarte su lado: “No, no, ese no es tu sitio. Tú ponte aquí, justo al lado de ella, que seguro que tenéis mucho de lo que charlar...” Toma ya.

La chica no estaba nada mal, además tenía una conversación inteligente y amena. ¿Pero cómo se quita uno la losa (y cómo se la quita ella) de la cita a ciegas? No se puede, así que todo resulta forzado y artificial. Una pena.

Así que prefiero un clásico. Chico conoce chica en un bar, y después de unas risas se remata o en su defecto se pide el teléfono para rematar otro día. Sería precioso, ¿verdad? A veces ocurre, no digo que no. Pero muchas otras hay que bregar con la inestimable compañía de la sempiterna amiga murciélago. Esa amiga “notanguapa” que la acompaña como Sancho a Don Quijote y no se va ni con agua caliente. Además decide si le gustas a su amiga o no y hasta la hora de irse, juntas. En fin, si se han topado alguna vez con las amigas murciélago sabrán de qué hablo.

He desarrollado una técnica para anular su efecto maligno. En lugar de ignorarla e intentar aburrirla para que se pire y nos deje solos, lo cual no ocurre nunca porque no tiene nada mejor que hacer que impedir que su amiga ligue y la deje sola, pues le doy coba tanto como a la que me gusta. Así te ganas su confianza y baja la guardia. Al principio ellas no deben saber cuál de las dos te interesa, y sólo cuando estén confiadas debes hacer ver con claridad por quién estás allí.

Una vez se acerca la hora de la despedida (porque si está con el murciélago no hay nada que hacer, así que mejor sacar el móvil y quedar otro día a solas) te haces el supermajo y dices que hay que repetir una noche tan divertida, y bla, bla, bla... Con un poco de gracia les sacas el móvil a las dos y quedas de lujo. Aunque tú sólo vas a usar uno, el de la que te gusta de verdad.

Primera fase cumplida con éxito. Luego llamas y quedas con ella.

“¿El jueves te viene bien?”
“Sí, perfecto. Pero no hasta muy tarde, que el viernes madrugo”
“Claro, claro. Yo también madrugo.” (Lo que tú digas, guapa. Luego ya veremos...)
“Y además el viernes me voy de fin de semana con mi amiga. ¿Te acuerdas?”
“Sí, sí...”

Entonces te asalta la duda. ¿De los dos teléfonos has llamado al correcto? ¿Estás quedando con la que realmente querías o estás hablando con el murciélago? Ay, madre...

Por ir tan ciego el día que las conocí ahora tengo una cita a ciegas. Y me la he buscado yo solito...

3 comentarios

Marta -

Puto Divo de mierda!

dececeta -

Me sorprende que hayas superado la protección antispam...

Marta -

Se nota que hace tiempo que no escribes. Has cambiado el estilo. Antes decías que esas cosas le habían pasado a un amigo. Dentro de nada tratas al lector de tú. ¡Te has echado a perder!