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Nocturnidad y Alevosía

El café

Era un café de esos acogedores, con su vela en cada mesa, poca luz y una tenue música en el ambiente. Siempre tenía un aroma mezcla del café y los tés que allí servían. Un lugar que invitaba a la charla tranquila arropado por los cuadros en venta que colgaban de sus paredes. Había además un espejo y algún otro adorno en ellas. 

Al fondo del todo había una mesa de madera, la más grande del local. Tenía un cristal y bajo él un mapa mundi. A la derecha la barra, subida un escalón respecto del resto, como si fuera el escenario de un teatro. En el patio de butacas poco más de una decena de mesas, para dos o cuatro personas, excepto una redonda en una esquina y la grande, la del planisferio. La barra tenía taburetes. Sentado en uno se oía hablar a un hombre en voz queda:

- Mira, en esa mesa fue Tes. Era muy guapa y lo pasaba muy bien con ella, cuando no hablaba del IRPF, claro... En aquella, la redonda, fue Des. Una pena que se fuera de la ciudad. Había tensión sexual en nuestras miradas, y cómo se le movía la coleta al andar… Eso si dejabas de mirarle el culo, que era lo mejor que tenía. Ah, fíjate, en aquella pequeña junto a la ventana fue Bec, la más jovencita. Un encanto de niña, la verdad. Sí, justo al lado de aquella, la de al lado de la puerta, qué frío pasé esa noche cada vez que la abrían. Ya te he dicho que en esa mesa empezó todo, pero no hablemos de eso más, no me trae bueno recuerdos… Otra caña, por favor. ¿Tú quieres algo?

El camarero miro extrañado porque no sabía con quién hablaba ese hombre, aunque juraría que lo hacía con ese bono de hotel manoseado y amarillento que tenía a su lado sobre la barra. Decidió no meterse en los asuntos de los demás y servir la cerveza sin más.

- Este camarero es nuevo. El que había antes me conocía perfectamente, no tenía que pedirle nada, él me lo traía. Un día me pidió una de mis camisas para colgarla en el local como homenaje, igual que con los deportistas. Mira, mira, es esa, la que está sobre la puerta. Aún la tienen ahí…

¿Ves esa mesa del fondo? Ahí estuve con la que vivía aquí cerca, me dio una buena charla sobre velas de colores y hechizos de amor… Mira que he aprendido cosas en estas mesas. En aquella estuve con la que vivía en Toledo, le gustaban las perillas suaves, o eso decía. Qué cosas. Claro, que para cosas curiosas, aquí mismo en la barra estuve con la que se hacía pasar por policía municipal. Una pena que nunca me quitara ninguna multa, ahora la echo de menos… Ay, y la Rubi…, el otro día la vi de copas. Pobrecita, qué rollo le metí en la mesa del mapa contándole mis viajes por aquí y por allá…

En silencio seguía con la vista las mesas, recordando las chicas con las que estuvo sentado en cada una. Cada mesa tenía un nombre. O varios. Pero de eso hace ya mucho tiempo. Ahora, nostálgico, se toma un par de cañas mientras le cuenta sus glorias pasadas al bono de hotel que le caducó porque no encontró con quien usarlo.

Paga la cuenta y se va. Antes de salir sujeta el pomo de la puerta y durante unos segundos mira de nuevo el interior del café. Un suspiro se le escapa. Al cerrar no se da cuenta de que el golpe hace que la camisa se descuelgue de la pared para siempre…

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