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Nocturnidad y Alevosía

El arte de la jardinería

De un tiempo a esta parte me he interesado por la jardinería. Tener un bonito jardín es muy satisfactorio. Te plantas allí en medio miras a tu alrededor y te sientes orgulloso del trabajo bien hecho.

Cultivar un jardín requiere de gran número de conocimientos. En primer lugar has de buscar sitios donde conseguir tus plantas. Suelen estar bien identificados, si no quieres nada exótico. Pero si quieres algo especial te costará más encontrarlo. Tienes que saber como plantar cada variedad, como regarlas y abonarlas, podarlas... Has de saber cuándo recoger frutos y qué especie es mejor para cada época del año. Si son de exterior o de interior. Cada una tiene una forma de tratarla, no es lo mismo una rosa recién florecida que un árbol centenario. Hay que tener en cuenta algunas consideraciones tales como que algunas plantas no quedan bien al lado de otras o que hay que mantener una distancia mínima entre dos plantas, para dejarlas espacio necesario para que se desarrollen adecuadamente. No suele ser bueno que crucen sus hojas o ramas.

Mantener un buen jardín es complicado y laborioso. La complejidad crece con el número de especies. No es lo mismo regar un solo cactus que cuidar de los jardines de un palacio dieciochesco. Pero ambos tienen en común una cosa: si no los cuidas se marchitan poco a poco. Y todo el trabajo que invertiste en el empeño puede irse al traste en pocas semanas. Es algo que hay que cuidar constantemente.

Las agendas telefónicas son como los jardines, cada entrada es una flor. Si no les prestas atención poco a poco la relación se marchita. Si cuesta hacerse con un jardín de la nada, más complicado es revivir uno muerto. Rieguen sus agendas a menudo, antes de que se conviertan en áridas parcelas.

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